En su estreno en el cónclave que reúne a la élite política y financiera del planeta, el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza), el rey Felipe VI quiso ayer mandar un mensaje de tranquilidad a la cúspide del empresariado y el poder: en España la «Constitución y las leyes se cumplen» y «prevalece la seguridad jurídica», pese al intento de los independentistas de «minar las reglas básicas del sistema democrático español».

Consciente de que el desafío independentista catalán ha despertado preocupación tanto entre los mandatarios mundiales como entre los inversores, destacó que la «lección que hay que aprender de esta crisis» es la «necesidad de preservar el respeto a la ley como uno de los pilares de la democracia y el respeto al pluralismo político y el principio básico de la soberanía nacional que, de hecho, pertenece a los ciudadanos».

En este sentido, Felipe VI subrayó que la Constitución española «no es un mero ornamento», sino la expresión de la voluntad de los ciudadanos y, por tanto, el «pilar» de su «coexistencia democrática», motivo por el cual «merece el máximo respeto».

Y aprovechó para dejar claro que Cataluña es «verdaderamente una parte fundamental del alma de España» y de su «identidad diversa», puntualizó.

En una intervención íntegramente en inglés, en un foro que reúne a unos 3.000 participantes, entre ellos 70 jefes de Estado y de Gobierno, Felipe VI intentó desde el primer momento despejar las posibles dudas en torno a España, haciendo hincapié en que, en estos momentos, tiene una «economía muy competitiva y representa una oportunidad de inversión sobresaliente», subrayó.

VIEJOS ESTEREOTIPOS // Así, pidió al auditorio que se olvide de los «viejos clichés del pasado y los estereotipos, así como de las leyendas sobre España» porque los españoles están «determinados a ocupar el puesto que les corresponde en mundo del siglo XXI».

Al reivindicar el potencial de la economía española, recalcó que, a pesar de haber sido «motivo de preocupación en la UE» hace pocos años, continuó, España contribuye ahora positivamente al fortalecimiento de la Unión, después de crecer de forma sostenida durante tres ejercicios, de crear más de dos millones de empleos y de reducir el déficit público en más de 70.000 millones de euros. En todo caso, precisó que la mejora de los datos macroeconómicos no solo debe conducir a una «lucha efectiva contra el desempleo», sino «reducir las diferencias económicas y la desigualdad social» para favorecer «la indispensable cohesión social con un crecimiento más inclusivo».

Puso de relieve la apuesta de España por una «refundación de la UE», para añadir: «Europa debe reinventarse y el alma de esa nueva Europa debe reflejar el alma de sus ciudadanos; para ello puede contar con España».

En definitiva, por primera vez, un jefe del Estado español trató de atraer inversiones en una de las reuniones políticas y económicas más importantes del año, a la que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, una vez más, ha declinado acudir.