El Rey habló claro en Barcelona. Tras la expectación que había despertado su visita, Felipe VI alabó durante la entrega de los Premios Princesa de Girona la Cataluña de la Transición, que «enriqueció las raíces de la sociedad democrática de la que disfrutamos hoy», reivindicó la vigencia de sus «valores» y advirtió: «Esos valores no pueden ni deben ser un recuerdo del pasado, sino una realidad efectiva de nuestro presente. Una realidad en la que no pueden tener cabida ni la violencia, ni la intolerancia ni el desprecio a los derechos y las libertades de los otros». La frase fue acogida con grandes aplausos.

El mensaje era diáfano. Sobre todo porque, a unos 200 metros del Palau de Congressos, blindado para la ocasión, unos centenares de manifestantes trataban de impedir el paso al acto a varios invitados y quemaban imágenes del Rey. La visita real se confirmó como uno de los momentos cumbre de una campaña electoral centrada en Cataluña, que lleva tres semanas de agitación social por las condenas del procés. Felipe VI dedicó varios minutos de su intervención a la situación.

Convertido en bestia negra de los independentistas desde su discurso del 3 de octubre del 2017, el Rey no se abstuvo de lanzar ataques a quienes buscan crear «fronteras impermeables», en las que los ciudadanos queden «recluidos». Y, ante un auditorio en el que estaban la vicepresidenta Carmen Calvo, el expresident José Montilla o el presidente del Senado, Manuel Cruz -pero no Quim Torra, ni nadie del Govern-, rindió homenaje a «la contribución de Cataluña» al «gran proyecto» que supuso la restauración democrática, encarnado en el «deseo de no volver a parar la historia, de no quedar al margen de la evolución de los tiempos».

«PRESENCIAS» Y PALABRAS / «Cataluña fue inspiradora para el resto de España. Una Cataluña orgullosa de sus signos de identidad, plural e integradora, constructiva y solidaria con el progreso general», dijo, antes de advertir de los riesgos del momento actual. Consciente de que su discurso iba a ser escrutado con lupa, el Rey dejó también claro que sabía que su visita constituía en sí misma un mensaje político: por dos veces subrayó su convicción de que «hay ocasiones en que las presencias adquieren un significado más trascendente que las palabras».

El Rey no solo quiso evidenciar que puede visitar Cataluña en cualquier momento -incluso en este, con una campaña electoral en marcha y los ánimos muy caldeados en el independentismo-, sino que además el acto sirvió para que su heredera se estrenase con un discurso en catalán. En el décimo aniversario de la Fundación Princesa de Girona, Leonor subrayó que sus padres le han hablado «de Girona y de Cataluña siempre con verdadero afecto», y que, «gracias a ellos», su hermana y ella saben «muchas cosas de la historia y la cultura catalanas».

«Como Princesa de Girona, quiero honrar a la fundación como se merece, y llevar con orgullo su nombre por toda Cataluña, por el resto de España y por todo el mundo. Cataluña siempre ocupará un lugar especial en mi corazón», dijo Leonor en un perfecto catalán.