«España no puede ser de unos contra otros; España debe ser de todos y para todos», sentenció ayer Felipe VI en la tribuna del Congreso. La frase llega después de un año 2019 con dos elecciones generales en las que la polarización ha marcado las estrategias de los partidos, con el conflicto independentista catalán como eje principal.

El jefe del Estado abrió de manera oficial la 14ª legislatura con un discurso en la Cámara baja en el que aconsejó a los diputados que se respeten y alcancen acuerdos. «Llega la hora de la palabra, del argumento y de la razón, desde el respeto recíproco, para el mejor servicio a los españoles», afirmó, en un intento de subrayar que la campaña ha acabado, el lenguaje debe serenarse y se debe huir de la crispación.

DIFERENTE AL 2016 / El Monarca, la reina Letizia, la princesa de Asturias y la infanta Leonor llegaron pocos minutos antes de las doce del mediodía a la Carrera de San Jerónimo escoltados por el escuadrón de honor de la Guardia Real. Allí Felipe VI recibió honores militares, pasó revista y saludó a los miembros de la Mesa del Congreso y del Senado. Ya dentro fue saludado con un aplauso de todos los miembros del Gobierno de coalición, incluidos los representantes de Podemos, con Pablo Iglesias a la cabeza.

Incluso las secretarias de Estado del grupo confederal Ione Belarra y Noelia Vera, sentadas entre los diputados de la bancada morada, aplaudieron. Se quedaron de pie sin hacerlo, en cambio, el grueso de los parlamentarios de Podemos. Esa doble estrategia se repitió al final del discurso. Lejos queda el hieratismo de Iglesias y del resto de sus compañeros de filas en 2016, cuando en la misma sesión solemne optaron por quedarse con los brazos caídos.

Este gesto sirvió para que diputados y senadores del PP llamaran «hipócrita» al vicesecretario segundo del Gobierno y líder de Podemos, Pablo Iglesias.

La corriente Anticapitalistas de Podemos, que lideran la secretaria general del partido en Andalucía, Teresa Rodríguez, y el eurodiputado Miguel Urbán, también criticaron la postura del portavoz parlamentario de Unidas Podemos, Pablo Echenique, quien elogió la «valentía» del discurso del Rey. «¿No se nos estará yendo de las manos?», se preguntaba, dado el cambio de actuación entre estar en la oposición y en el Gobierno.

Fuentes del Ejecutivo de Pedro Sánchez evitaron aclarar a Europa Press si había sido necesario pactar con Unidas Podemos que aplaudieran al monarca, pero apuntaron que no estaba siendo preciso entrar en este tipo de cuestiones, dado que los ministros de Podemos están adoptando una posición «muy institucional», como corresponde cuando uno es parte de un Ejecutivo, no solo en sus gestos, sino también en sus declaraciones.

En su alocución, el Rey quiso mostrar su respeto a los miembros del poder legislativo y del Gobierno. Ante las acusaciones de la «ilegitimidad» que algunos miembros de Vox lanzaron contra Pedro Sánchez, el jefe del Estado felicitó al candidato socialista y al resto del Gobierno.

LA MESA CON ERC / El Monarca solicitó a los diputados y a los senadores que trabajen por «los intereses generales de España y el bien común de todos los españoles, desde el respeto a los valores constitucionales que definen y fundamentan» la democracia. Este mensaje fue interpretado por el PP como un toque de atención a la mesa de diálogo que PSOE y ERC han conformado para abordar el conflicto político en Cataluña, un asunto que Felipe VI orilló en este discurso. «La soberanía del pueblo español no puede ser sometida por ninguna mesa política», avisó Pablo Casado, líder de los conservadores, a la salida del acto.

La presidenta del Congreso, Meritxell Batet, también tomó la palabra en el acto y, en línea con el Rey, hizo un llamamiento a los grupos y representantes de las Cortes a «estar a la altura» y saber «escuchar» al otro para poder alcanzar «objetivos comunes», informa Juan Ruiz Sierra. Batet abogó por reformar la Constitución y pidió a los partidos, en una crítica indirecta a la derecha, que eviten la «apropiación excluyente» de la Corona.

Tras el acto, la familia real salió del hemiciclo y en una de las salas adyacentes saludó a los miembros del Gobierno y a los diputados que dirigen los grupos parlamentarios. Tanto el vicepresidente Iglesias como los otros ministros de Podemos pasaron por el besamanos, pero por parte del grupo solo acudió el portavoz, Pablo Echenique, informa Miguel Ángel Rodríguez.

Además de la reacción de los representantes morados, se produjo una anécdota en la sesión. En un día así, los diputados y los senadores pueden sentarse donde quieran. Y el día empezó con algunos encontronazos cuando los representantes de Vox vieron sus asientos ocupados por parlamentarios del Partido Popular, según el partido de Santiago Abascal.

Los de la formación de extrema derecha optaron por sentarse en la bancada que ocupa el grupo del PSOE, gesto que no gustó nada a los socialistas que se pusieron en pie delante de los diputados de Vox como protesta. Finalmente, los diputados ultras accedieron a dejar libre los espacios de los socialistas y volvieron todos ellos a reubicarse en la Cámara.