En las siempre complejas relaciones bilaterales con Cuba cada palabra, cada reunión, cada gesto y cada imagen son resultado de un trabajo de intensa orfebrería diplomática. Cada parte tiene sus circunstancias internas, sus objetivos y sus mensajes. Y las últimas horas del viaje del Rey a Cuba, la primera visita de Estado de un monarca español a la isla, han recordado esa realidad complicada y dual.

Horas después de pronunciar el miércoles por la noche en una cena de gala ofrecida a sus anfitriones y ante el presidente Miguel Díaz-Canel un discurso de inédito contenido político durante su reinado con un encendido y contundente alegato por la democracia y el respeto a los derechos humanos en Cuba, Felipe VI mantuvo ayer por la mañana en La Habana una reunión con Raúl Castro, el expresidente y actual primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.

«ENCUENTRO PRIVADO» / La reunión no estaba en la agenda del monarca y ha sido un «encuentro privado», según explicó el titular de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, quien participó en la cita, en la que también estuvo presente el embajador español en Cuba, Juan Fernández Trigo. Borrell lo interpretó como «ejemplo de aprecio y de reconocimiento a la importancia de la visita» y un «gesto de deferencia» y aseguró también que representa «la forma de redondear los puntos de vista de las relaciones al máximo nivel».

Según el ministro fue precisamente tras la cena, «y después de escuchar las palabras del Rey», cuando «se nos pidió, se nos invitó, a que antes de marchar de La Habana el rey tuviera un encuentro privado con Raúl Castro».

Felipe y Raúl Castro ya se conocían por haber coincidido en varias tomas de posesión de presidentes iberoamericanos cuando era príncipe. Y el cara a cara fue el antepenúltimo acto de Felipe VI en La Habana. Luego realizó junto a la reina una visita al Museo de Bellas Artes al que El Prado ha prestado un autorretrato de Goya y a un centro pionero de investigación del cáncer antes de embarcar hacia Santiago, donde ayer por la tarde rindieron tributo a marineros y soldados muertos en 1898.

LA IMPORTANCIA DE UNA IMAGEN / La Casa Real no ha informado de si habrá imagen del encuentro entre el Rey y el hermano de Fidel, una instantánea que sería más útil para el gobierno cubano que para el español. De momento no ha aparecido en cuentas del gobierno cubano en Twitter ni en la web de Granma, un diario que tampoco ofrecía ayer información alguna sobre el discurso que pronunció ayer el Rey.

Borrell aseguró que el Rey «dijo todo lo que se tenía que decir», y de manera «cortés y cooperativa». Definió la intervención de «un hito en lo que se puede esperar de un viaje de Estado a Cuba». Y aseguró que en todas las reuniones de estos días se han tratado «temas sensibles de forma muy directa y cordial» en un diálogo «abierto, franco y sin cortapisas». No quiso comentar el hecho de que el monarca no se haya reunido con la disidencia.

Borrell también quiso recordar que Cuba «no es el único país de partido único en el mundo» y subrayó que «la mayor parte de la humanidad» vive en países con esos sistemas.

Pero esquivó la cuestión de por qué Felipe VI no hizo un alegato tan contundente como el que ha realizado en Cuba al mantener encuentros con líderes de otros países donde también hay problemas de democracia y derechos humanos como China, Arabia Saudí o Marruecos. «Cuando lleguemos a Marruecos o a China ya veremos», ha sido su respuesta. Los Reyes estuvieron en Marruecos en visita de Estado en febrero de este año.