El Gobierno está preocupado por la posibilidad de que la jornada de reflexión del próximo 9 de noviembre y las propias elecciones se vean empañadas por los disturbios independentistas. "Si hay incidentes, hablaríamos de delitos importantes contra los procesos electorales", señaló este sábado por la noche el presidente en funciones, Pedro Sánchez.

El Ejecutivo teme que pueda extenderse la convocatoria de Tsunami Democràtic, la plataforma nacida recientemente para responder a la sentencia del 'procés', llamando a "desobedecer" a la Junta Electoral Central (JEC) a través de concentraciones en las plazas catalanas un día antes de la cita con las urnas, hasta el punto de que los sectores más radicales del independentismo intenten boicotear los propios comicios. "El Gobierno va a garantizar el normal discurrir de la jornada electoral", insistió el candidato del PSOE durante una entrevista en La Sexta en la que también acusó al PP de estar detrás de la "falsa campaña" que busca desincentivar la participación del electorado progresista.

Para Sánchez, este comportamiento es "gravísimo" y podría tener también "consecuencias penales", motivo por el que el PSOE, anunció, va a presentar una denuncia ante la JEC y pedirá que dé curso a la Fiscalía. "El PP está detrás de esa campaña de intoxicación. No han cambiado. Si antes tenían una contabilidad en b, ahora tienen una campaña en b", ha dicho el candidato socialista.

La posible abstención

Pero eso no significa que Sánchez renuncie a ser reelegido gracias al partido de Pablo Casado. Las encuestas (todas, salvo la del CIS) muestran que solo hay dos sumas posibles para lograr la investidura tras las elecciones del 10 de noviembre. Ambas vías tienen a Sánchez como actor principal al anticipar que ganará los comicios, pero son completamente distintas. La primera pasa por una abstención del PP, que recuperará a parte de sus antiguos votantes, dejando atrás los 66 diputados que logró en abril. La segunda, por un pacto del PSOE con Podemos, el PNV y los independentistas catalanes, una alternativa que los socialistas ven lejana por dos motivos: la coalición que reclama Pablo Iglesias y los riesgos que entrañaría, a su juicio, que la gobernabilidad de España descansara sobre ERC.

Así que ahora mismo, a siete días de las generales, la posibilidad de que Sánchez sea investido con la abstención de Casado es la considerada más realista por el entorno del líder del PSOE. "Rechazar la abstención del PP y Cs sería negar la legitimidad de sus escaños", dijo el presidente en funciones, que también, frente a las acusaciones de Iglesias, volvió a dejar claro que en ningún caso habrá una coalición con los populares. "No vamos a gobernar con el PP. No lo hemos hecho en 40 años y no lo vamos a hacer ahora", zanjó Sánchez.