El Gobierno viene planteando públicamente desde hace semanas que su intención es que la investidura de Pedro Sánchez se celebre en julio, pero se resiste a fijar una fecha concreta y se cobija en fórmulas ambiguas como “cuanto antes” o “pronto”. Fuentes del Ejecutivo explican a EL PERIÓDICO que si no se ha marcado todavía un día en el calendario es porque el candidato quiere dar margen a Pablo Iglesias para que medite la oferta que le planteó el lunes pasado en la reunión que mantuvieron: ceder a Unidas Podemos cargos intermedios en la administración pero no carteras ministeriales. La intención, indican, es cuidar el clima de diálogo con el líder morado y no presionarle excesivamente con un plazo límite que podría lastrar el entendimiento. En el Gobierno esperan un gesto del podemista en la próxima semana y, aunque hubo malestar por la filtración de un encuentro de debía ser secreto, confían en llegar a un acuerdo que resulta indispensable ante la negativa de PP y Cs a abstenerse.

A pesar de que Sánchez no cuenta aún con respaldos parlamentarios suficientes y de que los pactos territoriales le dejan en manos de ERC y EH Bildu para la investidura, en la Moncloa se respira optimismo. Consideran que ganar esa votación será más sencillo que garantizar la gobernabilidad a lo largo de cuatro años de investidura. Muestra de esa actitud positiva son las últimas declaraciones del candidato a la presidencia, señalando que confía en que Iglesias acepte la propuesta porque le reconoce como socio preferente y es “razonable, ambiciosa y sensata”.

El Gobierno sostiene esa sensación de acierto en la convicción de que se han anticipado a todos los escenarios que han ido transitando. Desde esa lógica, Sánchez planteó su propuesta a Iglesias. Fuentes conocedoras de la reunión señalan que éste se quedo "como parado" y sin dar respuesta alguna. Tras el encuentro, el Ejecutivo ha deslizado públicamente que está a la espera de que conteste, pero en un tono muy medido, que busca no ejercer una presión excesiva y preservar la negociación. Los colaboradores del presidente opinan que una fecha límite podría hacer fracasar el diálogo. La Moncloa está convencida de que debe ofrecer un pacto cómodo que Iglesias pueda asumir. “No vamos a humillarlo”, resume el equipo de Sánchez.

VICEPRESIDENCIA Y MINISTERIOS

Fuentes conocedoras de la negociación reconocen que el encuentro del lunes terminó con malestar. El podemista pidió entrar en el Gobierno “con alguna vicepresidencia y ministerios” -señalan las mismas fuentes,- una propuesta que el candidato rechaza de plano. Ofrece, a cambio puestos intermedios en la administración, que podrían ser secretarías y subsecretarías de Estado. Recuerdan que en la administración central ocupar direcciones generales requiere ser funcionario, a diferencia de las instituciones autonómicas. La arquitectura de un Gobierno de cooperación, defienden, permitiría al Ejecutivo “incorporar talento” y a Podemos “hacer cantera”.

En la espera, el Gobierno entiende que ya ha movido ficha. Alegan que Sánchez ha pasado de defender durante la campaña un Ejecutivo socialista, como máximo abierto a la incorporación de independientes, a ofrecer ahora cargos intermedios para Unidas Podemos. Sostienen que es Iglesias quien debe ceder ahora. Confían en que asuma que, como sus 42 diputados no son suficientes para asegurar al PSOE la mayoría, y esperan que digiera que no va a entrar en el Consejo de Ministros. No descartan que Iglesias se niegue a apoyarles y calculan que, en ese caso, se abstendría pero dan por descontado que no votaría en contra, como hiciera en el 2016, lo que condujo a la repetición electoral en la que los morados perdieron más de un millón de votos.

Públicamente el Ejecutivo sigue agitando el fantasma de la repetición electoral (“escenarios que nadie quiere”, en palabras de Sánchez) si no hay acuerdos. El candidato ha conquistado el apoyo del Partido Regionalista de Cantabria (PRC), recibirá el respaldo de Compromís si asume la reforma de la financiación autonómica, y tiene allanado el camino con el PNV tras el acuerdo en Navarra. Aún así necesitaría la abstención de EH Bildu o ERC y, aunque el discurso de los republicanos se ha moderado, los de Sánchez recelan de que en el último momento voten en contra, máxime con la presión de unas previsibles elecciones catalanas en invierno. Pero además de todo ese espectro Sánchez necesita a Unidas Podemos como clavo del abanico.