El PSOE y Podemos dicen estar conjurados contra la descoordinación. Insisten en que este será un solo Gobierno, no dos. Sin embargo, los primeros pasos entre los socios de coalición, antes incluso de que se haya nombrado a los miembros del Ejecutivo, denotan cierto desorden a la hora de empezar a trabajar. Mientras los morados ya han comunicado quiénes serán sus ministros, e incluso sus secretarios de Estado, Pedro Sánchez ha optado por replegarse. Hasta la semana que viene no se conocerán qué dirigentes ha elegido para formar parte del Gobierno, algo que tiene de los nervios a aquellos ministros socialistas a los que el presidente no ha comunicado su continuidad. La explicación oficial es que el retraso se debe a que «no está todo cerrado», porque aún faltan piezas del nuevo Ejecutivo, pero fuentes socialistas reconocen que «la premura» de Iglesias ha provocado malestar y situaciones incómodas. Algunos de los cargos actuales se enteraron por la prensa de que no iban a continuar, porque su área pasaba ahora a Unidas Podemos. La Moncloa se esforzó en llamarles para pedirles disculpas.

FALTA DE UNIDAD / Frente a esta imagen de falta de unidad, con el presidente y el vicepresidente incapaces de sincronizarse para nombrar a sus colaboradores, ayer, un día después de la investidura, hubo otra que va en sentido contrario.

El PSOE y Podemos firmaron un documento que pretende ser un antídoto frente a la descoordinación. Con cinco páginas, el «protocolo de funcionamiento, coordinación, desarrollo y seguimiento del acuerdo de gobierno progresista de coalición», señala que la relación «se regirá por los principios de lealtad, cooperación, corresponsabilidad y estabilidad», actuará «con pleno respeto a la Constitución» y sus miembros trabajarán con «la máxima discreción». Socialistas y morados deberán comunicar sus iniciativas parlamentarias al otro socio, será obligatorio pactarlas y, también, acordar el sentido del voto.

En caso de discrepancias irresolubles, se pactará al menos «su alcance y la publicidad» que se dé en pos de «no erosionar la confianza de la coalición». Para evitar una eventual pugna por el protagonismo, el acuerdo establece que todo anuncio relevante deberá ponerse en conocimiento de la Secretaría de Estado de Comunicación. Además, los ministros evitarán opinar sobre otras carteras que no sean su competencia.

ÁREAS YA DEFINIDAS / El reparto de áreas entre PSOE y Podemos ya está definido, pero el presidente ultima todavía quién ocupará algunos departamentos. De momento, mantiene en riguroso secreto la composición del nuevo gobierno. Junto a Iglesias en la vicepresidencia social y sus cuatro ministros (Irene Montero, Manuel Castells, Yolanda Díaz y Alberto Garzón), continuarán en la Moncloa dirigentes como Carmen Calvo (vicepresidencia primera), Nadia Calviño (vicepresidencia económica), José Luis Ábalos (Fomento) y Teresa Ribera (Transición Ecológica). El presidente ya ha comunicado su continuidad a todos ellos, según fuentes socialistas. Pero también hay otros que estos momentos desconocen su futuro inmediato. Los nervios cotizan al alza en los ministerios. De momento, los colaboradores de Sánchez solo anticipan que habrá un fichaje «muy potente», pensado para contrarrestar el tirón mediático de Iglesias, y una renovación en el segundo y tercer nivel de la Administración. Salvo sorpresas, la composición se conocerá la semana que viene.

«No es extraño que el presidente necesite un tiempo para acabar de hacer los cambios en su Gobierno. Está haciendo modificaciones de áreas. Nos pide unos días», dijo Calvo en TVE, durante una entrevista en la que dejó entrever el malestar por las prisas de Podemos. «Las formas son importantes», dijo la vicepresidenta. A su juicio, la «asimetría en escaños» (los socialistas tienen 120 y los morados 35) «hará muy fáciles las cosas». No fue un mensaje amable.

Sánchez, mientras tanto, prometió su cargo ante el Rey, sin Biblia ni crucifijo. Fue un trámite veloz. «Ocho meses para 10 segundos», bromeó el presidente. «Ha sido rápido, simple y sin dolor; el dolor viene después», le contestó Felipe VI.