Pedro Sánchez acababa de conocer al presidente francés, Emmanuel Macron, cuando fue a visitar a la cancillera alemana, Angela Merkel. La sintonía fue inmediata y los tres mandatarios se convencieron de que debían fortalecer la construcción de un eje Berlín-París-Madrid para afrontar en común retos multipolares que trascienden a sus países, como la inmigración, y frenar las inquietantes posiciones marcadas por socios como Italia. Esa determinación por recuperar un proyecto europeo sólido cristaliza en la visita que este fin de semana realizará Merkel a Doñana, a la residencia de veraneo presidencial.

España y Alemania se alinean para dar respuestas comunes a los desafíos a los que se asoma la Unión Europea (UE). No se prevé firma de acuerdos, pero sí avances sustantivos en los grandes quebraderos de cabeza: inmigración, defensa y unidad económica y monetaria.

Sánchez y Merkel quieren aterrizar la propuesta de Macron para crear «centros cerrados» («centros controlados», los llama el Gobierno español) de atención a inmigrantes. Frente a la posición de rechazo frontal a cualquier acogida que mantiene el hombre fuerte del Ejecutivo italiano, Matteo Salvini, España y Alemania quieren que los países europeos se comprometan a crear estos centros, a gestionarlos con agilidad y a absorber a las personas que obtengan el asilo. Fuentes gubernamentales subrayan la importancia de que el reparto se realice con «cuotas preestablecidas» pactadas en común y no queden expuestas al interés coyuntural de cada Estado.

Sánchez reclama más dinero urgente para Marruecos. Según la Moncloa, Bruselas desbloqueará este mes 35 millones de euros para ese país, para el control de sus fronteras y atención a los desplazados. El Ejecutivo ve en esa cifra es solo un «mínimo» y buscará un acuerdo para que la CE apruebe un «incremento sustancial». «No hay dudas de que Marruecos necesita ayuda y nosotros elevamos la petición: tiene que ser todo lo posible para que refuercen sus capacidades», señalan fuentes gubernamentales.

FONDO FIDUCIARIO

Una de las posibilidades es utilizar el Fondo Fiduciario de Emergencia para África, creado en el 2015 con 1.800 millones (con cargo al Presupuesto de la UE) para afrontar las causas profundas de la migración en tres regiones clave: Sahel, Cuerno de África y Norte del continente.

La situación dramática de estas áreas fomenta la migración de una población que no ve futuro: luchas por el control de recursos naturales (petróleo, gas, diamantes); explosión demográfica (ratios de 7 hijos por mujer); dureza del clima (el lago Chad se desertiza y acentúa rivalidades entre ganaderos y agricultores); mafias de trata de seres humanos y armas; piratería y, sobre todo, proliferación de ataques de grupos terroristas yihadistas que vuelven tras perder la guerra en Siria, asociados a Al-Qaeda y Daesh (Boko Haram y Al-Shabaab). Es un polvorín que amenaza la seguridad de los africanos, la de Europa y la de España, como frontera sur. Tanto es así, que la Estrategia de Seguridad Nacional de España propone fortalecer la capacidad de influencia del Gobierno en la OTAN, la Unión Europea y la ONU para aumentar la estabilidad en África.

Sánchez y Merkel quieren contruir un pilar de defensa en Europa, máxime tras el giro del presidente de EEUU, Donald Trump, que mira a otro lado. La UE necesita una defensa más sólida para estabilizar a los países de donde proceden grandes amenazas que enfrenta el viejo continente.