En el Gobierno ha arraigado la sensación de que hay un riesgo real de que ERC no avale los Presupuestos Generales del Estado para el 2020 este verano, como desea el presidente Pedro Sánchez, por la presión de unas elecciones catalanas de fecha incierta. El optimismo de hace semanas se ha ido evaporando. No hay derrotismo, pero sí se ha llegado a la conclusión de que deben preparar un plan b por si los republicanos, llegado junio, no se han comprometido a abstenerse por el miedo a perder votos ante el señalamiento del entorno de JxCat que les acusa de colaborar con el «Estado opresor».

La solución pasaría por enviar a la papelera el proyecto de cuentas públicas para el 2020 y llevar al Congreso directamente las del año que viene, ya después de los comicios catalanes. Pasada la angustia de las urnas, opinan, el camino estaría más allanado para conseguir, por fin, el anhelado aval de los de Oriol Junqueras.

Las dudas de que ERC apoye el Presupuesto del 2020 en un contexto electoral son tales que el Ejecutivo reconoce ya que, en las conversaciones con el resto de partidos que están a punto de empezar, se negociarán cifras tanto de este ejercicio como del próximo «al alimón».

ESCENARIOS POSIBLES / El mejor escenario para el Gobierno sería conseguir el respaldo necesario para aprobar el debate de totalidad de las cuentas del 2020 en el Congreso. Si no tiene asegurado de antemano que aprobará la votación, Sánchez no llevará el texto a la Cámara baja para evitar una imagen de fracaso con sabor a déjà vu. A nadie se le olvida que la legislatura anterior terminó justo en ese trámite.

Pero esa hipótesis ha empezado a perder peso en la Moncloa. Los colaboradores del presidente ven cada vez más claro que en ERC se podrían imponer las voces que prefieren no mostrarse alineados con Madrid ante unas elecciones que se acercan con JxCat pisándoles los talones en las encuestas.

Aunque los mensajes de los republicanos apostando por el diálogo después del discurso de confrontación de Carles Puigdemont en Perpiñan han «tranquilizado» al Ejecutivo, la pugna electoral sigue siendo un riesgo. Si entre los de ERC se impone finalmente el sector que aboga por alejarse de Pedro Sánchez antes de las urnas, el Gobierno socialista tiene claro que no quiere empezar de nuevo. Por eso, cuando empiecen las negociaciones, el ministerio de Hacienda llevará los números del 2021 «en paralelo».

En este caso, el Gobierno ganaría algunos meses. En lugar de forzar a ERC a exhibir sintonía con Sánchez en pleno contexto electoral, la votación clave en el Congreso no llegaría hasta la recta final del año. Los republicanos, por su parte, leen el mensaje del Gobierno como una prevención por si las elecciones catalanas son antes del verano, informa Xabier Barrena.

Oficialmente, el Gobierno no ha renunciado a presentar las cuentas públicas de este año. Sin embargo, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, evitó ayer confirmar qué proyecto llevará finalmente el Gobierno al Congreso, si el del 2020 o el del 2021. La también portavoz del Ejecutivo pidió «aislar» a esa negociación de la «atmósfera electoral». Por lo pronto, el techo de gasto para las administraciones públicas aprobado la semana pasada en el Congreso hace referencia al 2020 y al 2021, lo que deja un trámite ya despejado si el Ejecutivo opta por esperar a ERC y apuesta directamente por las cuentas del año que viene.

LA FECHA CLAVE // La fecha electoral depende del presidente catán Quim Torra y por ende, es Puigdemont quien tiene en su mano el calendario, también, de los Presupuestos. Los colaboradores de Sánchez creen que hay dos opciones. Que el president convoque de inmediato cuando se aprueben las cuentas catalanas y que los comicios sean antes de vacaciones de verano -lo que coincidiría con el trámite presupuestario en el Congreso- o que espere hasta otoño.

En todo caso, reconocen fuentes gubernamentales, los Presupuestos han dejado de estar diseñados para un solo ejercicio. Aunque formalmente contienen las previsiones para un único año, la inestabilidad parlamentaria obliga al equipo de Sánchez a preparar un proyecto con el que pueda alcanzar -calculan- el final de la legislatura.