En una votación agónica, la más ajustada de la democracia, Pedro Sánchez ha logrado su reelección como presidente del Gobierno, una investidura que abre un nuevo ciclo en España tras cinco años de una parálisis política que ha fomentado la aparición de la ultraderecha y ha incendiado el conflicto territorial.

A pesar de la campaña de acoso a diputados, los votos no han fallado y el Congreso ha validado la coalición entre PSOE y Podemos, que echa a andar de inmediato. En las próximas horas Sánchez prometerá su cargo ante el Rey y se esta misma semana dará a conocer al resto de miembros del gabinete. El nuevo Ejectutivo nace con un sello progresista, voluntad de diálogo y dos retos inmensos por la fragmentación parlamentaria: encauzar la crisis política catalana y aprobar una agenda social de izquierdas. Las primeras medidas cristalizarán este viernes en el primer Consejo de Ministros.

En sus últimas palabras antes de la votación, frente a un hemiciclo que ha seguido agitando la crispación, más cerca un estadio deportivo que de un Parlamento, Sánchez pidió a las derechas que rebajen la tensión, que no contagien ese clima de irritación a la sociedad, que superado el debate de investidura, vuelvan al consenso. Reclamó dejar atrás el "clima tóxico" generado por la "frustración y la amargura" de quienes perdieron las elecciones. Apeló a la calma en tribuna, minutos antes de la votación definitiva, parafraseando al presidente de la Segunda República, Manuel Azaña, algo que volvió a enervar las bancadas conservadoras, que se revolvieron con abucheos. "Todos somos hijos del mismo sol y tributarios del mismo río".

El líder socialista reclamó a PP, Vox y Cs que asuman el resultado electoral y abandonen "el berrinche". Argumentó que el único proposito de la derecha es bloquear un gobierno progresista y que todos los argumentos que han esgrimido en su contra, como los pactos con ERC o Podemos, solo tenían como finalidad "ganar tiempo" y "tensionar para ver si surgía una posibilidad" de frustrar la formación del nuevo ejecutivo. "Pueden seguir indefinidamente en el berrinche o aceptar el resultado", planteó.

"No traslademos desde esta tribuna más división a la calle, más irritación a las familias, más desencuentro a las empresas. Eso es también patriotismo", ha defendido, para apelar a la concordia y el consenso como ejes de la legislatura que echa a andar. "Viviremos un tiempo de diálogo para superar los contenciosos territoriales, pero lo haremos siempre dentro de la Constitución", vaticinó.

Sánchez hizo un alegato en contra del bloqueo y de que partidos heterogéneos, de la derecha y antisistema, se acaben alineando para impedir la formación de un gobierno. Prometió una ley antibloqueo que evite que el país vuelva a estar largos periodos sin ejecutivo, aunque no especificó en qué propuesta trabajará.

Voz quebrada

La portavoz socialista, Adriana Lastra, criticó las "campañas de persecución y matonismo" contra diputados para intentar frustrar la investidura de Sánchez, y pidió a Pablo Casado que vuelva a la moderación para defender posiciones de Estado en lugar de dejarse "arrastrar" por Vox.

Con la voz quebrada por la emoción en sus últimas palabras, Lastra agradeció a Sánchez su resistencia frente a las múltiples dificultades que ha encontrado en su camino a la reelección.