Con matices, subrayando que entonces era muy difícil calibrar mejor el impacto del coronavirus en España, y aún más activar los planes para hacer frente a la pandemia, Pedro Sánchez ha reconocido este jueves algo que ahora considera "evidente". "Con los datos que tenemos hoy, llegamos tarde al estado de alarma. Con los datos que teníamos entonces, rotundamente no", ha dicho el presidente del Gobierno en la Sexta.

Durante una entrevista de una hora de duración, el jefe del Ejecutivo ha anunciado subidas de impuestos (ambientales, a las grandes corporaciones y a los tramos más altos del IRPF), ha mostrado su cercanía a Cs y su distancia respecto a ERC y ha mantenido su línea crítica con el PP, pese a los acuerdos de los últimos días.

"Con lo que sabemos hoy, llegamos tarde. Tendríamos que haber aprobado el estado de alarma mucho antes", ha reconocido Sánchez. Sus palabras pueden verse como una autocrítica, y hasta cierto punto lo son, pero el líder socialista ha recordado los datos del coronavirus en España en febrero, semanas antes de decretar el confinamiento, que se aprobó el 14 de marzo. "En febrero, con esas cifras de contagios y sin ningún fallecido, ¿las fuerzas políticas y la sociedad española hubieran aprobado y seguido el confinamiento?", se ha preguntado. Sánchez ha dejado esta cuestión sin responder. Pero tampoco ha hecho falta. El presidente considera que era casi imposible haber actuado de forma distinta.

Y ahora, tras al menos 28.000 muertes por el covid-19 (probablemente muchas más), cuando lo peor ya ha pasado, cuando España empieza a recuperar su normalidad, a salir a la calle y viajar, el jefe del Ejecutivo tiene un doble mensaje que trasladar. Por un lado, que "no hay que bajar la guardia". Por otro, que hay que "perder el miedo al virus, reactivar la economía, mirar hacia adelante".

Las medidas económicas

La España que sale de la pandemia es muy distinta a la de antes de la crisis. El paro continúa aumentando y el PIB se desplomará, según todas las previsiones. Ante esto, el Gobierno, ha insistido Sánchez, ha aprobado medidas sociales como los ertes y las ayudas a autónomos. El viernes, durante un Consejo de Ministros extraordinario, activará una nueva línea de avales del ICO de 50.000 millones de euros para las pequeñas y medianas empresas. Ese mismo día, el presidente protagonizará en la Moncloa un acto con las patronales CEOE y Cepyme y los sindicatos CCOO y UGT. Allí se firmará un "pacto por la reactivación y el empleo", que debería servir de base para la verdadera negociación, con el futuro de la reforma laboral y un nuevo estatuto de los trabajadores sobre la mesa.

¿Cómo se van a financiar todas estas iniciativas? Por un lado, con los fondos europeos para la reconstrucción, que Sánchez espera que se concreten en julio. A España, en teoría, le corresponderían 140.000 millones de un total de 750.000. Por otro, con una reforma fiscal.

"Es inevitable", ha dicho el presidente. "Tenemos siete puntos menos de ingresos públicos que la media europea y queremos tener un Estado social justo. Lo vamos a hacer con justicia fiscal", ha explicado. Así que habrá subidas de los impuestos a las grandes corporaciones, nuevas figuras ambientales y subidas para las rentas más altas. No "entra en la previsión" del Ejecutivo recortar el sueldo de los funcionarios. Sobre las pensiones, Sánchez ha sido más categórico: no habrá tijeretazo.

La "geometría absoluta"

En el plano puramente político, el líder socialista solo ha tenido buenas palabras para Podemos, su socio de coalición, y ha asegurado que esta legislatura durará cuatro años. Con la oposición, sus mensajes han ido dirigidos a la "obligación" de que haya "unidad", incidiendo en su objetivo de que los próximos Presupuestos Generales del Estado (los actuales, aprobados por Mariano Rajoy, datan de mediados del 2018) sean apoyados "por el mayor número" de partidos. "Esta crisis no impone la geometría variable, sino la geometría absoluta", ha dicho.

Pero Sánchez solo ha tenido críticas para Pablo Casado, más allá de "agradecer" que haya votado a favor del ingreso mínimo vital y del decreto de la llamada "nueva normalidad", y de que ahora se muestre abierto a pactar las conclusiones sanitarias y europeas de la comisión de reconstrucción del Congreso de los Diputados. "El PP se ha ido aislando. Ha mimetizado su estrategia con la ultraderecha", ha dicho. Como hace unas semanas, el presidente ha acusado a los conservadores de "aprovechar el virus" para "intentar derrocar" al Gobierno, "jugando con el estado de alarma", "jugando con el número de fallecidos" y poniendo en duda en Bruselas la "calidad democrática" de España.

Frente a esta actitud, Ciudadanos, que ha respaldado todas las prórrogas y ahora incluso se abre a pactar las cuentas públicas del año que viene, "está teniendo la inteligencia de ocupar un espacio que ha dejado huérfano el PP".

Ese acercamiento de los naranjas, imprevisible en enero, cuando la legislatura echó a andar, ha ensanchando el terreno de juego del Ejecutivo, que ahora no se ve obligado a acudir a ERC para sacar adelante sus proyectos. Sánchez ha dejado patente que la distancia con los republicanos ha aumentado. Sin embargo, ha vuelto a apostar por el diálogo territorial, cuya máxima expresión es la mesa entre el Gobierno y la Generalitat, cuya reunión está prevista para este mes. Aun así, no ha hecho ninguna distinción entre ERC y JxCat, que votó en contra de su investidura y ha mantenido un tono mucho más agresivo.

"Me gustaría que los partidos independentistas dejaran a un lado cuestiones que nos separan y antepusieran la agenda de la recuperación y la creación de empleo. Y que su voz contara. Porque si no, ¿qué van a aportar? Espero que Cataluña entre en una fase de estabilidad y concordia después de las elecciones. El Gobierno siempre va a tender la mano para el diálogo. Y en lo que tiene que ver con el conflicto territorial, la agenda del reencuentro sigue vigente", ha concluido Sánchez.