Pedro Sánchez abrió este viernes una rendija a la posibilidad de un gobierno progresista, que no llegó a concretar, pero que deslizó en su discurso de rechazo a la investidura de Mariano Rajoy. Al final de su intervención, contundente contra el PP, el secretario general del PSOE comprometió que su partido “estará en la solución” para el desbloqueo de la gobernabilidad. Cuando nadie esperaba que apuntase una salida, Sánchez defendió que existe una alternativa a las terceras elecciones. “Las fuerzas del cambio tenemos una responsabilidad, y si tenemos altura de miras y generosidad, encontraremos una solución”, aseveró para terminar su breve discurso, que pronunció sin papeles. Sin tiempo apenas de reacción, Pablo Iglesias le relevó en la tribuna de oradores sin hacer ninguna referencia explícita al ‘ofrecimiento’ que acababa de plantear el socialista, a pesar de que lleva desde las elecciones del 26-J pidiendo un entendimiento entre PSOE y Podemos.

Con su posición, Sánchez decide asumir el riesgo. El ‘no’ que pronunció este viernes contra Mariano Rajoy en el debate de investidura sumerge al Parlamento en una fase de distopía política inédita en la historia de la democracia y constituye un desafío a las voces socialistas que le piden que recapacite. Con su determinación de mantener el rechazo, busca legitimarse ante sus votantes en la demostración de que es leal a sus principios, pero, sobre todo, lanza un mensaje a los críticos, a quienes sitúa en una disyuntiva: o abanderan una rebelión o renuncian y se someten. El entorno de Sánchez asegura que la tibieza con la que los disidentes se han venido pronunciando en las últimas horas indica que no llegarán a dar el paso, pero a nadie se le escapa que bien pueden estar esperando a un eventual pinchazo del PSOE en las elecciones vascas y gallegas del 25-S.

Mirando de reojo a sus propias filas, Sánchez subió a la tribuna con un discurso si cabe más duro contra Rajoy del que ya había pronunciado el miércoles, en la primera votación. Señaló que el candidato popular no le despierta ninguna confianza por los escándalos de corrupción que afectan al PP y le afeó la amenaza lanzada desde el Consejo de Ministros sobre la imposibilidad de actualizar el sueldo de funcionarios y pensionistas.