«El año pasado no pude venir», sonrió el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, desde la tarima del Círculo de Economía. Los empresarios acogieron la sorna entre risas, recordando que hace justo 12 meses el líder del PSOE estaba en el hemiciclo del Congreso defendiendo una moción de censura que le aupó hasta la Moncloa. Tras revalidar su liderazgo en las urnas, Sánchez compensó ayer aquella ausencia y clausuró su XXXV reunión en Sitges.

Con ánimo de agradar y sin que se le preguntara ni él mencionara explícitamente el conflicto catalán -uno de los temas que centró las jornadas-, optó por promover su compromiso europeísta. A su juicio, es el momento de centrar la atención en una Europa amenazada por los populismos y este país tiene una «enorme responsabilidad y oportunidad» para ser protagonista. «España tiene todo que jugar, no solo en presencia importante, con peso específico en la Comisión, sino en la influencia que podamos tener en el conjunto del proyecto europeo», indicó.

Sánchez, al que precedió el presidente del Círculo de Economía, Juan José Brugera, esgrimió altura de miras y no se encasilló en los postulados del socialismo en la Unión Europea (UE), sino que apostó por un gran acuerdo que supere las familias políticas y que una a los que quieren seguir «adelante» con este proyecto en común, una vez rota la hegemonía del bipartidismo.

PROYECTO COMÚN / «Europa no es sin duda alguna un actor secundario, es un actor protagonista. Y tenemos que marcar el paso. No tenemos que imitar ni a EEUU ni a China, sino mostrar nuestro liderazgo con nuestras señas de identidad», espetó. También llamó a «darle la vuelta al repliegue nacionalista y al proteccionismo» anteponiendo «las libertades individuales y el Estado del Bienestar». «En este nuevo ciclo político, España está en disposición de dar un paso al frente. No vamos a ser actores pasivos del debate europeo. No solo por compromiso europeísta, sino porque tenemos la capacidad para liderar una respuesta alternativa», sentenció.

AGENDA DEL CAMBIO / El presidente del Ejecutivo en funciones se esforzó en dejar claro que «la justicia social» debe ser el motor para que el país avance. Por eso, llamó a los representantes políticos, a empresarios y sindicatos, y a la sociedad civil en general, «para impulsar una gran agenda del cambio durante los próximos cuatro años», para «lograr una economía competitiva y sostenible; unas instituciones limpias y transparentes; y una sociedad plural y más justa». Un planteamiento en el que aseguró que era indispensable la «disciplina fiscal», «la cohesión social y territorial» y la modernización del «sistema productivo».

Bajo esta idea anunció que es la hora de modificar el redactado del Estatuto de los Trabajadores para adaptarlo a los nuevos tiempos en los que crece la nueva economía. No olvidó la muerte por atropello de unos de los riders de Glovo y urgió «dar respuesta» a sus precarias condiciones laborales «con una legislación específica».

El discurso de Sánchez fue muy ovacionado aunque todos detectaron lo mismo: no mencionó sus planes para formar Gobierno, ni posibles aliados, ni respondió a la invitación del vicepresident Pere Aragonès para recuperar el pacto de Pedralbes. De hecho, el conflicto catalán quedó arrinconado y se limitó a reprochar las intenciones de los que pretenden «levantar falsos muros o fronteras en un mundo cada vez más globalizado». Blandió, como contrapartida, a España como una democracia «consolidada» que ha sabido «descentralizarse y compartir soberanía»: «Unidos en nuestra diversidad, sin duda alguna, somos más fuertes», enfatizó.

POLÍTICA TRIBUTARIA / Preguntado por sus políticas tributarias, no dio detalles pero trató de relajar al empresariado diciendo que su propósito es «acabar con la pobreza pero no con la riqueza». Razonó que la política fiscal no es un fin en sí mismo, sino un instrumento más para ayudar al «objetivo vital» del país: el crecimiento económico y la redistribución de la riqueza. En este punto, recordó que la Unión Europea ha advertido a España de que no ha desarrollado su fiscalidad verde, que está en «niveles ínfimos» y que sigue siendo un reto que afrontar.

En su llamamiento a «todos» para impulsar la agenda del cambio, Pedro Sánchez explicó que dicha agenda tiene tres objetivos: «Una economía competitiva y sostenible, instituciones limpias y transparentes y una sociedad plural y más justa».

Y propondrá siete grandes líneas de trabajo -crecimiento sostenible, mejora del capital humano, transición ecológica, innovación, creación de empleo, reducción de desigualdad y calidad institucional-, cada una de las cuales, aseguró, significa mejorar la productividad, algo esencial para la economía española.

En este discurso de intenciones hubo, no obstante, el recordatorio de una promesa, culminar el corredor mediterráneo, que conectará el continente europeo de norte a sur con 3.500 kilómetros que van a unir, ha subrayado, al 54 por ciento de la población de la Uinón Europea.