El PP conocerá este mediodía el nombre de su nuevo líder. El congreso extraordinario del que saldrá el sucesor de Mariano Rajoy empezó ayer sin un vencedor claro. Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado llevan días proclamándose como ganadores pero, ya sea por asegurar o porque no lo ven tan claro, sus equipos admitían que pensaban contactar hasta entrada la noche con los compromisarios indecisos. En total son 3.082 delegados los que elegirán al futuro presidente del PP y candidato a las elecciones generales.

La primera jornada del congreso exprés, de apenas día y medio y sin debate de ponencias, tuvo un protagonista claro: Rajoy. Pese a los mensajes que ha mandado en privado criticando que algunos dirigentes se hayan pronunciado a favor de Casado, el exjefe del Ejecutivo no señaló públicamente a cuál de los dos finalistas prefiere y prometió «lealtad». No obstante, cuando en su discurso reivindicó su legado como presidente del Gobierno y del PP hubo quien pensó que también subrayaba la labor desarrollada por Santamaría durante estos últimos diez años en los que ha sido su mano derecha, primero en la oposición y después en la Moncloa. «Ha hecho un balance de su vida política», respondió la candidata cuando se le preguntó al acabar la jornada si había sentido el apoyo de Rajoy en esa parte del discurso.

La neutralidad pública del exjefe del Ejecutivo fue subrayada con doble intención por varios dirigentes del partido a la llegada al congreso. Fue el caso del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. El dirigente autonómico no ha respaldado finalmente a Casado. El abrazo entre los dos gallegos, ante las cámaras al menos, fue frío.

En este cónclave, los dos aspirantes finalistas representan a dos de las familias que en los últimos años más se han distanciado en el seno del partido: los partidarios de José María Aznar y los partidarios de Rajoy.

Casado (Palencia, 1981), al que hace apenas dos meses se le consideraba casi fuera de la política por las dudas sobre su máster (que siguen siendo investigadas en un juzgado), consiguió colarse en la carrera sucesoria cuando nadie en el partido pensaba que era posible pasar del político gallego al diputado. Ungido indirectamente por Aznar y ayudado por colaboradores cercanos al presidente de la FAES, Casado ha defendido una derecha sin complejos. Celia Villalobos, defensora de Santamaría, intentó azuzar esta idea y denunció a la llegada al congreso que en el equipo del diputado hay políticos «de extrema derecha».

Con la posible victoria del político palentino sería como si Rajoy sufriera otro fracaso más, después de la moción de censura que le sacó de la Moncloa en junio. La relación entre ambos expresidentes es pésima, como se ha demostrado en numerosas ocasiones en los últimos años y que ha tenido como último episodio este mismo cónclave, al que Aznar no ha sido siquiera invitado.

LOS CANDIDATOS / Santamaría (Valladolid, 1971) representa el marianismo. El dirigente gallego se ha apoyado en ella en los asuntos más espinosos, desde el recurso contra el Estatut, en 2006, hasta la crisis del Ébola, en el 2014, y el desafío territorial. La vallisoletana ha diseñado una campaña en la que ha subrayado su capacidad dialéctica y su potencial ante el votante del PP, reflejado en las encuestas. Ella es la mejor para ganar a Sánchez en las generales, según dice.

La exvicepresidenta, vencedora de la primera vuelta, en la que consiguió una diferencia de 1.500 votos sobre Casado, ha intentado que su contrincante diera un paso atrás para configurar una lista de unidad. No ha tenido éxito. El diputado palentino considera que la victoria de Santamaría fue por un estrecho margen y que él sí que ha demostrado que puede «integrar».

La jornada de hoy empezará con la presentación de las listas de cada finalista para liderar el partido (35 personas que les acompañarán en el comité ejecutivo nacional y 30 en la junta directiva nacional). Después cada aspirante tendrá 30 minutos para su discurso. Entonces se abrirán las urnas y los compromisarios tendrán la palabra.