Ha empezado la carrera para suceder a Mariano Rajoy. María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría anunciaron este martes que quieren participar en esta competición, en la que también se han inscrito Pablo Casado, José Manuel García-Margallo, José Ramón García Hernández y José Luis Bayo. Por primera vez, las bases del partido podrán tomar la palabra en la elección del futuro presidente del PP. Los afiliados votarán el día 5 de julio en una primera ronda. A la segunda, ya en el congreso extraordinario, pasarán solo los dos candidatos más respaldados y entre ellos escogerán los compromisarios el día 20.

El partido conservador se enfrenta a muchas incógnitas en las próximas semanas. Algunos dirigentes tienen la sensación de pisar sobre un terreno pantanoso, sobre todo porque entre los aspirantes hay dos favoritas, Cospedal y Santamaría, cuya mala relación personal hace temer lo peor cuando falta menos de un año para las municipales, autonómicas y europeas. Ellas, sabedoras de que todos las miran, se dieron este martes un beso en los escaños del Congreso. Ambas se arrepienten del espectáculo que dieron el Dos de Mayo, cuando el lenguaje corporal hizo de las suyas y exhibieron su distancia, acrecentada un poco más cada año desde 2008. En aquellas fechas, Rajoy decidió dar a Cospedal (casi) todo el poder en el partido y a Santamaría (casi) todo el poder en el Congreso, desde donde gestionó la oposición. La convivencia fue difícil y los reproches fueron a más, especialmente cuando el PP llegó a la Moncloa y el entonces presidente le otorgó a Santamaría (casi) todo el poder en el Gobierno.

NO DAR BAZAS A CASADO / Después del beso y el saludo cordial en los escaños, Cospedal le dijo a Santamaría que en los próximos días tienen que «hablar». Ambas saben que si se enzarzan hay un aspirante que ganará enteros: Casado. El vicesecretario de Comunicación (dejará el cargo orgánico, como Cospedal, el viernes) sueña con ser el candidato de conciliación si ellas siguen haciendo pensar a muchos que no tendrán la habilidad necesaria para incorporar a los opositores una vez pase el congreso. Por eso, las dos favoritas coincidieron en incidir en sus discursos que quieren «sumar», «integrar» al partido.

Ya solo con la escenografía de la presentación de las candidaturas, tanto Cospedal como Santamaría quisieron mandar algunos mensajes. La primera lo hizo en Toledo, en un acto del PP de Castilla-La Mancha, que todavía preside, con el objetivo de demostrar su poderío político y señalar que, una vez que Alberto Núñez Feijóo ha renunciado, ella es la candidata más natural para relevar a Rajoy.

La segunda optó por convocar a la prensa frente al Congreso. La imagen, que podía verse como caótica por el gran número de periodistas interesados, quiso trasladar el mensaje de que ella, con experiencia en el Gobierno y también en la oposición, representa «a la calle», a esa militancia a la que apeló en su discurso. Ante la falta de cargo en el partido, Santamaría va a intentar movilizar a los afiliados. En el equipo de la vicepresidenta se recuerdan los buenos datos que siempre ha tenido de conocimiento y valoración cuando estaba en el Gobierno. No es que aprobara, pero el resto de ministros y el presidente estaban por debajo del 3 y ella sacó un 3,34, por ejemplo en el CIS de mayo. Cospedal se quedó en el 2,51.

GANARSE A LA MILITANCIA / Ambas blandieron sus virtudes. La exministra de Defensa sacó pecho de su defensa del partido, al enfrentarse a «individuos que ensuciaron con sus delitos» las «siglas» del PP. Y lo hizo, subrayó, «por encima de cualquier instinto de autoprotección». Una pulla para Santamaría, a la que numerosos dirigentes han afeado estos últimos años que se negara a defender al partido cuando, en la rueda del Consejo de Ministros de los viernes, los periodistas le preguntaban por la corrupción que acechaba a los conservadores.

«Si ahora espera recorrerse España como Pedro Sánchez y ganarse a la militancia lo lleva claro», se reía un colaborador de Cospedal. Varios dirigentes comentaron a este diario que han sufrido las negativas de Santamaría a participar en actos con la excusa de que estaba ocupada con el Gobierno. «Se acuerda del partido como de Santa Bárbara, cuando truena», se burlaba uno.

En todo caso, la exvicepresidenta llega a esta carrera con menos lastres que la secretaria general, sobre todo en cuanto a la corrupción en el partido, y con una amplia experiencia en el Gobierno, cuya coordinación llevó durante las legislaturas de Rajoy. El expresidente se volcó en ella en las crisis graves, como la del ébola. Otra, la territorial, es por ahora la mácula más importante en el expediente de Santamaría, que fracasó en la operación diálogo en Cataluña y en su misión de encontrar las urnas del 1-O.

De cómo gestionen las dos favoritas la campaña (entre el 23 y el 4 de julio) dependerá la suerte de Casado y de quizá algún tapado al que se le acaba el margen para presentarse. Todos los aspirantes (menos Bayo, expresidente de Nuevas Generaciones en la Comunidad Valenciana) aportarán este miércoles antes de las dos los avales en la sede y serán proclamados el viernes. La carrera empieza y habrá debates para conocer sus propuestas.

«COMO ESTAS DOS NO SE HABLAN» / Rajoy se comprometió a no tomar partido, pero avisó de que intervendrá si es necesario. Esto es: si hay juego sucio. De hecho, todos antes de anunciar sus intenciones le llamaron. Cuando lo hizo Santamaría, el expresidente le dijo: «Hacedlo bien».

El gallego sabe a qué se refiere. Un colaborador muy estrecho recuerda el día en que Rajoy le encargó que le transmitiera un mensaje a Santamaría que era tarea de Cospedal. «Díselo, tú, anda, que como estas dos no se hablan…». A última hora de anoche, el exministro de Fomento Íñigo de la Serna convocó una rueda de prensa para hoy en la que podría anunciar su candidatura.

La tarea que el ganador tendrá por delante no es fácil. Las sentencias pendientes (Gürtel, papeles de Bárcenas y Púnica, entre otras) supondrán revolver un pasado del que los populares quieren escapar. ¿Quién representa mejor esa ruptura? Los afiliados tienen la palabra.