Dos días después de haber ganado (ajustadamente) la primera vuelta de las primarias en el PP y a dos semanas de la votación final, Soraya Sáenz de Santamaría insistió en la necesidad de una lista unitaria. La exvicepresidenta del Gobierno tendió la mano a Pablo Casado (que quedó segundo a unos 1.500 votos de diferencia) y le ofreció compartir la dirección del PP. Convencido de tener más opciones para ganar la votación del próximo congreso extraordinario, el dirigente declinó la oferta, apostó por la segunda vuelta de las primarias y le respondió que no ha llegado hasta aquí para «conseguir un cargo ni para hacer lo mismo con los mismos».

En una entrevista concedida a El Mundo y a la Cope, Sáenz de Santamaría explicó que su generosidad le puede llevar a ofrecer alguien que no sea de su equipo (en clara alusión a Casado) la secretaría general del PP siempre y cuando haya una lista unitaria. «Creo que un proyecto transversal sería lo que más reflejaría a un partido tan grande como el PP», afirmó. Su oferta, sin embargo, no encontró eco en su rival. Casado utilizó la misma expresión que Sáenz de Santamaría para insistir en que el ADN del partido es «respetar las normas aprobadas». Normas que, repitió, exigen una segunda vuelta para elegir al candidato final.

MODELO NUEVO DE PARTIDO / «Con humildad y optimismo quiero proponer un nuevo modelo de partido. El de otras candidaturas es el mismo que nos ha traído a esta situación [moción de censura]. Desde el principio dije que mi candidatura era de integración y unidad. Pero respetando las normas», sentenció. «Hay proyectos políticos [en referencia al Gobierno de Mariano Rajoy] que han estado ocho años en el poder. Nos han echado del Gobierno. Tenemos los mismos problemas y hay que solucionarlos de manera diferente».

En un clarísimo ejemplo de reforzar su perfil más conservador (Casado representa el aznarismo en contraposición al marianismo de Santamaría), el candidato quiso participar en Madrid en un homenaje de la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT) celebrado en el parque del Retiro, donde fue recibido entre gritos de «grande, Pablo, grande. Presidente».

Casado prometió que, en caso de llegar al poder, impulsará una ley de memoria, dignidad y justicia que, entre otras cosas, prohíba los homenajes a los etarras y aconseje a los municipios sobre cómo realizar actos honoríficos a las víctimas del terrorismo. También propondrá una reforma educativa para que «nuestros hijos aprendan lo que ha pasado en España». E intentará poner coto a beneficios penitenciarios como el acercamiento de presos etarras.

LAS CRÍTICAS DE CASADO / De lo que se trata, añadió el ahora candidato, es de refundar el centro derecha en España, y volver a ser el partido de los 11 millones de votos, pero no con un proyecto que ha estado al frente del gobierno durante 8 años que «ya se ha visto a dónde nos ha llevado: nos han echado con una moción de censura, y el problema catalán sigue ahí».

En caso de no resultar elegido presidente del PP, Casado trabajará «de forma leal y sin pedir nada a cambio», pero reiteró que no se ha presentado para conseguir un cargo: «Si alguien se ha presentado para seguir en el poder, no es mi caso». No es de recibo, incidió, que se hable de cargos cuando los problemas son otros, Cataluña, la economía, las víctimas del terrorismo, ya que si el PP quiere volver a gobernar tiene que hacer «todo lo que no se ha hecho, aplicar el 155 de forma adecuada, bajar impuestos, acompañar a las víctimas», y ser «un partido ganador sin bisagras y sin depender de nadie».

Respecto a si unirá fuerzas con Cospedal, admitió que con ella le unen «valores y una estructura de partido» con la que se siente identificado.