Si algo ha quedado claro en las dos sesiones de la investidura fallida de Mariano Rajoy es que el candidato no está dispuesto a ceder más de lo que ya lo ha hecho en su pacto con Ciudadanos (C's), que se queda además muy lejos de las aspiraciones iniciales de Albert Rivera tanto en regeneración democrática como en derogación de las leyes más absolutistas del PP y en avances sociales. Las intenciones de Rajoy las expresó con precisión meridiana en la respuesta aRivera cuando el líder de C's le instó a recabar nuevos apoyos: «Si me pude ayudar, estaría encantado, pero la verdad es que no está fácil la cosa». Esta resistencia de Rajoy, tan clara como el no del PSOE, puede conducir a las terceras elecciones, que, pese a calificarlas de «barbaridad», «locura» o «disparate», Rajoy quizá es lo que desea.

¿Qué otra cosa se puede pensar de la actitud del candidato del PP?Rajoy demostró en su plúmbeo discurso inaugural e incluso en el debate con Rivera que no cree en el pacto con C's. Rivera defendió el acuerdo con mucha mayor convicción que el candidato. Lo mismo cabe decir del trato de Rajoy al resto de los grupos parlamentarios, a quienes obsequió con su habitual desdén, sus trampas dialécticas y un paternalismo socarrón que parecían más propios de un aspirante que contara con la mayoría absoluta que de un candidato necesitado de apoyos para obtenerla.

Todo ha sido muy raro en esta investidura, en la que el principal aliado del PP, Albert Rivera, no se ha privado de repetir que no se fía de Rajoy ni del partido imputado por corrupción y ha llegado incluso a ofrecerle al PSOE trabajar juntos en la oposición para legislar junto a Podemos en contra del Gobierno que habría contribuido a formar.

Las elecciones gallegas y vascas son ahora la nueva cita para el intento de sacar adelante la investidura. Algunos confían en que un desastre electoral del PSOE precipite la dimisión de Pedro Sánchezy su sustituto o sustituta allane el camino a Rajoy. Pero si esa derrota se produce, ¿quién es el guapo o guapa en el PSOE que se atreve a abstenerse para que gobierne Rajoy en plena crisis del partido? Las elecciones en Euskadi pueden facilitar un acuerdo PP-PNV si los nacionalistas necesitan a los populares para gobernar, pacto queRivera ya no veta, pero aun así faltaría un voto para elegir a Rajoy. ¿La tan reclamada alternativa de Sánchez puede ser una nueva tentativa de acuerdo a tres PSOE-C's-Podemos? ¿Dejarían Pablo Iglesias y Rivera de vetarse mutuamente? ¿Reconocería por finI glesias su inmenso error de no apoyar el pacto PSOE-C's de marzo? Todas las soluciones son extremadamente difíciles, lo que debe llevar a no descartar las terceras elecciones. De momento, la investidura ha sido, más que un debate, una sucesión de mítines electoralistas.