Una de las escenas más habituales en el transcurso de un partido fútbol se produce cuando, después de un choque de cierta relevancia entre jugadores, el árbitro, a sabiendas de que hay quien espera que pite falta, resuelve lanzar un sigan, sigan. Completa el cuadro una extensión de ambos brazos en dirección al balón, como subrayando que lo importante es eso. Oriol Junqueras lanzó ayer su particular sigan, sigan en relación a la negociación de su fuerza con el PSOE a cuenta de la investidura de Pedro Sánchez.

«No se debe de congelar en ningún caso. Se tiene que estar dispuesto a dialogar siempre, con todo el mundo, independientemente de que yo esté o no en la cárcel. Porque debemos de trabajar para proteger y cuidar los derechos de todas las personas. No hacerlo sería traicionar-nos a nosotros mismos», dijo Junqueras en una entrevista a Catalunya Ràdio, seguramente ajeno en ese momento a la petición de ERC de esperar el posicionamiento del Gobierno y de la Abogacía del Estado antes de proseguir la negociación.

La entrevista con la radio pública catalana fue la primera concedida tras conocerse el fallo del TJUE y revela un Junqueras muy cauto sobre su posible puesta en libertad. Un Junqueras que demanda «prudencia» porque el Supremo, vía suplicatorio puede en cualquier momento «hacer decaer» esa inmunidad que el TJUE ha sancionado. Una prudencia que es hija de su opinión sobre el propio Tribunal Supremo: «Estamos acostumbrados a que no haga las cosas de acuerdo con la ley. Nada de lo que hicimos es delito según el Código Penal. Y estamos en la cárcel».

Derecho sometido

Y no solo eso, para el republicano, el 1-O y la DUI son «legítimos y legales» porque, recuerda, el derecho español está «sometido» al derecho internacional que reconoce «el derecho a la autodeterminación».

Para el presidente de ERC, el independentismo «se ha ganado el derecho de volver a intentar» el asalto a la independencia. Eso sí, en el contexto «que responde al principio democrático: tener en las urnas mayorías claras y repetidas en el tiempo».

Incluso detalla que el umbral a superar es el del 50%. «Esto se deriva de la jurisprudencia del Tribunal Internacional de la Haya. Si se produce en repetidas ocasiones y no hay dudas de lo que se vota, las instituciones están obligadas a canalizar esta voluntad de la ciudadanía y que se asuman las consecuencias jurídicas y legales, siempre en un contexto de multilateralidad». Porque esta es la palabra casi fetiche de Junqueras, que ya usaba antes del 1-O y para ello ponía un ejemplo: la determinación de qué parte de la deuda española se quedaría una eventual República Catalana, una cuestión que afecta «a las instituciones catalanas y españolas, pero también a las europeas».

Así que las pertinentes preguntas sobre si ERC ha dejado la unlateralidad, como apuntó el secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, sirvieron a Junqueras, sobre todo, para arremeter contra el Estado quien, a su entender es el que actúa de esa forma «con la judicialización y la represión», algo que debería de «abandonar».

La entrevista cuenta con un clásico momento Junqueras. Cuando la entrevistadora, Mònica Terribas, le pregunta por el presidente del Europarlamento, David Sassoli, el republicano, siempre presto a compartir su saber, le repregunta «¿Sabe de dónde viene Sassoli? Es el diminutivo de sasso, piedra en italiano. Es decir, piedrecita».