Eduardo Tamayo incurrió ayer en una contradicción flagrante al admitir que mandó reservar una habitación de hotel "amplia" la víspera de plantar a sus compañeros socialistas en la Asamblea de Madrid. El tránsfuga había asegurado el jueves, en la primera parte de su dilatada comparecencia ante la comisión de investigación, que decidió su espantada "cinco minutos antes" de ejecutarla.

Tamayo reconoció que el 9 de mayo, la víspera de la constitución de la Asamblea, pidió al constructor y militante del PP Francisco Bravo que le reservase una habitación "en un hotel del centro de Madrid". A preguntas del socialista Modesto Nolla, el tránsfuga concretó que pidió una habitación con "un vestíbulo amplio para recibir a la prensa". Nolla apreció la contradicción y se la hizo notar a Tamayo, al tiempo que concluyó que tenía planeada su traición "al menos 24 horas antes de ejecutarla". El compareciente le espetó: "Concluya lo que quiera, yo pedí una habitación para recibir a personas".

La esperada comparecencia de Teresa Sáez, cuya voz no se había oído hasta ayer, sirvió para conocer que la diputada cree a pies juntillas a Tamayo. "Me creo todo lo que me dice mi compañero y no conozco su vida privada", empezó diciendo Sáez para advertir a la comisión de lo poco que aportaría a la investigación.

Sáez mantuvo, como hizo el jueves Tamayo, que tomó la decisión de abandonar a su grupo "cinco minutos antes" de materializar la espantada del 10 de mayo: "Me lo contó y decidí seguirle". Con un verbo entrecortado y deficiente oratoria, Sáez explicó que creía estar dando "un toque de atención a Rafael Simancas". "Esperaba una multa o un expediente disciplinario, no que se les calentara la boca".

Continuó explicando que habrían apoyado a Simancas si no les hubieran expulsado del PSOE porque no quieren "a la derecha gobernando". "Pero a los 10 minutos ya éramos unos traidores y unos deshechos humanos", lamentó antes de preguntar: "¿Y en todos los años que llevábamos en el PSOE no se dieron cuenta?".