En la entrada de las salas donde se celebran las comisiones del Congreso, hay un carrito con tazas y jarras de café, leche y agua caliente para que los diputados se sirvan algo si les apetece. Es urgente que retiren el té y el café y solo dejen los sobres de tila.

La comisión de reconstrucción para paliar las consecuencias económicas y sociales del covid-19 ofreció ayer el peor retrato de sus señorías. El presidente de ese órgano, el exlendakari socialista Patxi López, tuvo que intervenir en dos ocasiones para pedir concordia. «Llevo media vida escoltado [por la amenaza de ETA] para que la gente diga lo que le da la gana, pero les pido una reflexión sobre si tenemos que decir lo que nos da la gana sobre todo en todas partes (...) ¿Venimos aquí a reproducir los insultos que se dan en otros escenarios? ¿No entendemos nada de lo que demanda la ciudadanía?», se quejó López.

El diputado socialista mostró su malestar tras el segundo choque grave entre dos diputados en la comisión. El primero lo había protagonizado el vicepresidente y líder de Podemos, Pablo Iglesias. Un día después de que Cayetana Álvarez de Toledo (PP) le dijera que es «hijo de un terrorista», acusación en la que se reafirmó ayer, el vicepresidente volvió a ser objeto de los focos en un cara a cara con el portavoz de Vox, Iván Espinosa de los Monteros. Iglesias afirmó que «en ocasiones parece que [la formación de ultraderecha] quiera un golpe de Estado».

La frase provocó la queja de Espinosa de los Monteros, que le exigió que retirara esas palabras. Lejos de hacerlo, quiso «precisar»: a Vox «le gustaría dar un golpe de Estado, pero no se atreve». Espinosa de los Monteros anunció que abandonaba la comisión ante una acusación que no pensaba «tolerar». «Cierre la puerta al salir», siguió Iglesias.

El número tres del Gobierno continuó y dijo que estaría dispuesto a negociar con Carles Puigdemont y que ve a los presidentes de la Asamblea Nacional Catalana, Jordi Sànchez, y de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, ambos en prisión, como unos «demócratas» que deberían «participar del debate público».

Tras un receso y antes de que empezara el segundo compareciente, la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, López pidió perdón por no haber estado «a la altura de lo que significa» la comisión de reconstrucción. Le estaba escuchando Espinosa de los Monteros, que le agradeció el gesto. «No estamos aquí para insultarnos ni para atacarnos, sino para demostrar que la política sirve para mejorar la vida de los ciudadanos», afirmó. La paz duró poco. Apenas una hora después, el diputado de Podemos Enrique Santiago pidió la palabra saltándose el reglamento para censurar que la diputada de Vox Inés Cañizares se hubiera referido a su formación como «pirómanos comunistas».

Fue en ese momento cuando el socialista Patxi López volvió a alzar la voz e hizo esa referencia personal de cómo sufrió la tragedia del terrorismo de ETA, en un intento de subrayar de dónde viene España y a dónde tiene ahora que intentar ir.