Pedro Sánchez empieza a quedarse más solo que nunca en el momento más arriesgado de su carrera política y del país entero, la desescalada. Su plan ha levantado las iras de la oposición. No solamente le atacan Partido Popular y Vox, encaramados desde el principio de la pandemia en una confrontación que busca desgastarle aceleradamente, sino que a ese enfado se suman ya los aliados del propio Gobierno. La hoja de ruta hacia la «nueva normalidad» les parece un laberinto de incongruencias, pero, más allá de las críticas técnicas, los socios acusan al presidente de no informarles con antelación, una ausencia de diálogo que parecen dispuestos a cobrarse.

De momento, ayer ERC y Cs se sumaron a la advertencia que ya hiciera días atrás el PNV: o Sánchez les mantiene al día o no avalarán las próximas prórrogas del estado de alarma. La preocupación del Ejecutivo por este plante es muy relativa. El PP difícilmente retirará su respaldo a esa medida y con los votos de conservadores, socialistas y morados es suficiente para que sea aprobada. Sin embargo, el Gobierno necesita que quienes le sostuvieron en la investidura sigan estando para dar luz verde a unos Presupuestos sin los que Sánchez tendría que abandonar la Moncloa.

¿Por qué no llamó entonces el presidente a la oposición? Fuentes del equipo de Sánchez explican que Pablo Casado ya ha demostrado que no va a arrimar el hombro y que, por lo tanto, aunque le mantuviese informado, el líder del PP seguiría con su línea de ataque. «Casado no está dispuesto a remar con Sánchez como sí hacen otros jefes de la oposición en otros países», resumen fuentes gubernamentales. El Gobierno da al PP por perdido, auque en público continúe tendiendo la mano.

SOCIOS DE INVESTIDURA / Con los aliados la justificación es algo más vaga. Los socios de Sánchez en la investidura se quejan desde el principio de la pandemia de ausencia de diálogo. La Moncloa defiende que, en realidad, eso es solo un argumento que exhiben en público y que, en el fondo, nada cambia si les dan más detalles o menos. «La unidad que el Gobierno ha buscado, busca y seguirá buscando es fundamental, por eso no voy a entrar en ningún reproche con ninguna comunidad, ni con ningún partido político», esquivó el ministro de Sanidad, Salvador Illa, ayer por la tarde sin entrar a valorar el repaso que la oposición venía de darle al Gobierno en la sesión de control del Congreso. En el hemiciclo, el PP acusó al Ejecutivo de organizar una desescalada «caótica» y puso en cuestión la honestidad de Sánchez cuando dice tenderle la mano pero ni siquiera le mantiene al corriente. «Decía [Josep] Tarradellas que en política se puede hacer de todo menos el ridículo. Usted puede seguir haciendo el ridículo, pero no nos pida que lo hagamos con usted», advirtió Casado, sin comprometer su voto en la comisión de reconstrucción ni en la prórroga de la alarma. Sánchez, que admitió «errores», le recomendó que abandone su «postura intransigente».

Ciudadanos dejó atrás el tono suave mantenido en los últimos debates. «A su plan le falta una fase: la fase de llamar a la oposición», protestó el portavoz de los naranja, Edmundo Bal.

También ERC protestó por la ausencia de información antes de la comparecencia de Pedro Sánchez, el martes por la tarde. «Ya vi la rueda de prensa, ya la vi. Es la única fuente de información que tenemos, algo que les debería de hacer reflexionar si quieren mantener el espíritu de los 180 diputados de la moción de censura. Se lo digo muy claro: ¿Cuánto le importa la legislatura?», advirtió el portavoz de la formación republicana en el Congreso de los Diputados, Gabriel Rufián, dejando asimismo en el aire un no en las votaciones clave. En tercera prórroga, los republicanos se abstuvieron. Vox, JxCat y la CUP votaron en contra.