Nunca como ayer fue palpable y visible en Cataluña la soledad de un president ante un hemiciclo sin apoyos. Da, incluso, para que el flamante Premio Nobel Peter Handke haga una secuela de su El miedo del portero ante el penalti. Un cada vez más aislado Quim Torra trató un no se sabe bien qué. Tanto si fue un intentó de golpe de efecto como si obró un ejercicio de coherencia con su biografía al final el resultado que logró fue una suerte de testamento o epitafio político.

«Que esta legislatura se acabe volviendo a ejercer el derecho de autodeterminación. Se trata de conseguirlo, no solo de intentarlo. Finalizar la legislatura validando la independencia». Un nuevo referéndum de carácter inmediato, es decir, a celebrar antes de diciembre del 2021, fecha cuando vencen la legislatura. Si dura cuatro años.

La propuesta es coherente con lo que siempre ha dicho Torra. Él no ha querido ser un presidente autonómico. Otra cosa es que toda la bancada independentista, los diputados de ERC y de la CUP y los consellers republicanos se quedaran de piedra. Y lo más sorprendente. También los diputados y consellers de JxCat. Nadie sabía nada. Torra hizo de su capa un sayo y sin encomendarse ni a Dios ni al diablo dejó la propuesta, a mayor gloria de futuros lectores de los libros de historia.

Culminaba así Torra 48 horas de conducta errática. Se levantó el miércoles de una reunión con el vicepresidente y los consellers de Presidencia, Justicia e Interior para irse a caminar en las marchas de la ANC.

Salió casi a rastras, pasada la medianoche, a condenar la violencia que asola algunas ciudades de Cataluña. Y lo hizo avisando a ultimísima hora a sus socios de Govern, ERC.

Antes, había participado en otra reunión, del Govern en pleno, para debatir cómo enfocar el pleno. Nada dijo de su propuesta.

El resultado final de todo esto es la duda de ERC, y también en JxCat, de si estar enfadados y perplejos o solo enfadados. En el mismo atril parlamentario, el presidente del grupo de ERC, Sergi Sabrià, soltó que «no era momento de poner fechas, sino de trabajar para acumular fuerzas». Sabrià dejó en evidencia el desconocimiento que su grupo tenía sobre el plan de Torra, y tras señalar cortésmente que «ERC valorará» la propuesta, le recordó que «es a través de los grandes consensos que el independentismo» ha avanzado.

¿QUÉ MANDATO? / Y en el discurso del presidente de JXCat, Albert Batet, no hubo ni una sola mención a la propuesta del president y sí reiteradas apelaciones al diálogo. En la CUP, enfado monumental por plantear sin acuerdo ni diálogo previo una propuesta así. «Es el momento de hacer las cosas bien y poco a poco. No estamos en 2017», exclamó una fuente. Además, al menos de palabra, el 1-O había generado un mandato que Torra enterró para siempre más.

Y de esta guisa, el pleno más importante para el independentismo, el que generó reuniones durante meses en Barcelona y Ginebra para lograr un consenso sobre qué respuesta institucional dar a la sentencia, pasó a ser el pleno que dinamita la legislatura. La única unidad de ayer fue el enojo de todos con Torra.

El grupo parlamentario de JxCat celebró una reunión de urgencia tras el anuncio de Torra. Una sesión en la que fuentes del grupo admiten que el ambiente era de shock por una propuesta del president que, añaden, desdibuja la respuesta a la sentencia y el discurso respecto a la violencia. El plan de Torra, además, «carece de recorrido».