El lendakari Iñigo Urkullu declaró ayer ante el tribunal del procés que intermedió entre el Gobierno de la Generalitat y el Gobierno central desde el 19 de junio de 2017, aniversario del atentado de Hipercor en Barcelona, para «intentar encauzar una solución acordada, pactada, entre ambos gobiernos» ante la situación de «bloqueo absoluto» que existía.

Esa labor le permitió una perspectiva privilegiada por la que entendió que el entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, «no era muy dado a la aplicación del 155» y trasladó esa intuición al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, cuando se debatía entre convocar elecciones o declarar unilateralmente la independencia, opción por la que finalmente se decantó el 27 de octubre.

SU INTUICIÓN / Añadió que su intuición era que «la posibilidad de que convocadas las elecciones, la disposición del PP y del PSOE era que dijeran que no se aplicaría el 155, pero no hubo una respuesta taxativa de Rajoy», en este sentido. En cuanto a Puigdemont, dijo que «no quería declarar la independencia» a 10 de octubre, día en el que dejó en suspenso la declaración de independencia tras los resultados del referéndum. Según Urkullu, el expresidente huido siempre se mostró dispuesto al diálogo y receptivo a sus planteamientos, partidarios de buscar el consenso, hasta el 26 de octubre, cuando hacia el mediodía le dijo que «no podía proceder al acuerdo que se había adoptado de disolver el Parlament y convocar elecciones», porque los congregados en la plaza Sant Jaume «se estaban rebelando» y había tensión en su propio grupo parlamentario.

El testimonio de Urkullu era especialmente relevante tras escuchar al expresidente del Gobierno Mariano Rajoy la víspera diciendo que «aquí no hubo ningún mediador ni nada» a las preguntas del abogado Jordi Pina. El exlíder del PP sí admitió haber hablado con él y Andoni Ortuzar, presidente del PNV, lo que en cierto modo coincidió con el testigo, porque el lendakari explicó que era «renuente» a que su labor se «interpretara como una mediación sobre el derecho a decidir».

DESDE JULIO / A preguntas de Francesc Homs, como abogado del exconseller Josep Rull, Urkullu sostuvo que el mismo día en que Puigdemont le pidió intermediación, en julio del 2017, lo habló con la exvicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría en el propio aeropuerto de Barcelona, para pedir una reunión con el presidente Mariano Rajoy, con el que habló ese mismo día y se reunió dos horas el 19 de julio.

Según el lendakari, a partir de ahí «fueron muchas las comunicaciones y encuentros mantenidos con diversas responsabilidades de mundo económico, político y empresarial de Cataluña, todas ellas conocedoras de la realidad política en Cataluña».

El 21 de septiembre, tras lo ocurrido en la Consejería de Economía, volvió a hablar con Rajoy para decirle que «no se debía seguir por ahí y que se estaba yendo de las manos» y se estaba «llegando a un punto de crispación en la vida catalana que no era admisible». El 4 de octubre se le volvió a solicitar su intermediación y tuvo conversaciones con todo aquel que podía saber algo sobre la realidad catalana hasta el 27 de ese mes, cuando se hizo la declaración unilateral de independencia.

La anécdota llegó cuando la asociación de la Guardia Civil APROGC recomendó a Urkullu que utilizase el cinturón de seguridad en sus desplazamientos en coche, después de que este publicara en Twitter una foto de su viaje a Madrid. A lo que el lendakari contestó con la foto sin recortar y agradeciéndoles su interés.