El pulso que Ciudadanos mantiene con el Gobierno ha encontrado de nuevo en Cataluña un punto de confrontación. La próxima formación del Govern de Quim Torra pone fin a la aplicación del artículo 155 de la Constitución, algo que ha servido a Albert Rivera para aumentar la presión sobre Mariano Rajoy. El líder de Ciudadanos ha mostrado distintos puntos de vista sobre la intervención de Cataluña. En los últimos días, el dirigente naranja ha exhibido su actitud más firme sobre la suspensión de la autonomía.

Días antes de que Torra fuese investido, lo escenificaba en el Congreso: "Hasta ahora, todo lo que se ha hecho en Cataluña ha sido de la mano de Ciudadanos, pero desde hace unos meses, con las encuestas y el nerviosismo externo, [el Gobierno] ha dejado de hacerlo". Esos sondeos han ido aupando a Cs casi de manera proporcional a la intensidad con la que ha endurecido su estrategia en Cataluña.

Mientras el presidente del Gobierno convocaba al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y el propio Rivera para pactar de nuevo una postura común en Cataluña, el líder de Cs ya le advertía ante los medios de comunicación de que había que "extender" la aplicación del 155, una ampliación que estaba "técnicamente tasada y permitida". Después de que Rajoy y Sánchez concluyeran en su reunión que había que esperar a los "hechos" del nuevo president, Rivera insistió: "No comparto el no acuerdo, la no acción". Y siguió abogando por extender el 155.

El presidente de Cs reconoció este jueves que el 155 "jurídicamente decae" con la investidura del 'president', pero pidió reactivarlo "de inmediato". Sin esperar acontecimientos. En modo preventivo. La contundencia con la que pide ahora la aplicación de este artículo choca con la posición que mantuvo en el pasado reciente: si ahora sostiene que "el 155 es política y es el momento de hacer política", en agosto del 2015, cuando Artur Mas convocaba unas elecciones que se vistieron de plebiscito, defendió que el 155 no era una "solución política".

Cuando no quería apretar el botón rojo

"Hay que ganarles políticamente y me preocupa que algunos hayan dado por perdida la batalla política y solo les quede la batalla legal", dijo aquel verano el líder de Cs. Unos meses más tarde y ante la propuesta de desconexión en el Parlament, Rivera mantuvo que una simple moción parlamentaria no era "motivo para suspender la autonomía de los catalanes", e incluso una vez consumada añadió en una entrevista: "No podemos apretar el botón rojo de la suspensión de autonomía si no hay un acto jurídico que lo exija".

En julio del 2017, respondía sobre aplicar el 155 para frenar el referéndum: "Sería darle un titular fantástico a [Carles] Puigdemont". Su plan era "evitar que hagan ese referéndum, con los mecanismos que ya tiene el Estado de derecho, y después ganarles en las urnas". También reprochaba a PP y PSOE que no confiaran en sacar "un escaño más que los separatistas".

Llegó el otoño y con él un acuerdo de PP, PSOE y Cs para poner en marcha la intervención. Pese al pacto, Rivera discrepó sobre el cuándo. Él lo quería cuanto antes, sin esperar y solo para convocar elecciones. Rajoy y Sánchez aguardaron a la declaración unilateral de independencia (DUI), aunque no tuviera efecto, y aplicaron un 155 más ambicioso. No era lo que Rivera demandaba. "Para nosotros el objetivo es una salida democrática, no es estar con una gestora de Gobierno sin plazo, se tiene que acotar y, cuanto antes, convocar elecciones", defendía Rivera. Iniciada la era Torra, defiende la aplicación de un 155 que suponga el control de las finanzas, los Mossos, TV-3 e incluso la educación.