El excomisario José Manuel Villarejo volvió a esgrimir ante el juez de la Audiencia Nacional Diego de Egea la explicación que viene utilizando para tratar de desvincularse de las prácticas presuntamente delictivas que se le atribuyen: que él actuaba en nombre del Estado. Ayer se escudó en que por eso intentó mediar en los problemas existentes entre el rey emérito Juan Carlos y quien fue su amiga durante unos años, Corinna zu Sayn-Wittgenstein, con la reunión que mantuvo con ella en Londres en 2015.

Villarejo, imputado por cohecho, organización criminal y blanqueo en la causa en la que se investigan las cloacas policiales, solo accedió a contestar a las preguntas del magistrado de refuerzo del Juzgado Central de Instrucción número 6 y las de su defensa, pero no se prestó a responder a Anticorrupción.

También rehusó contestar a las que entendió más comprometidas de las planteadas por el juez, que le interrogó en la pieza abierta por las grabaciones de Corinna y en la relativa al comisario Enrique García Castaño, imputado bajo la acusación de proporcionar al propio Villarejo, a cambio de dinero, información que obtenía a través de medios policiales de las personas que eran objeto de seguimiento por parte del comisario jubilado.

Ambas piezas están secretas y fuentes jurídicas auguran mucha prueba por practicar antes de determinar si del contenido de las palabras de la princesa se desprende algún tipo de delito que podría ser imputable al Rey, quien solo podría responder penalmente ante el Tribunal Supremo desde que, cuando abdicó, perdió la inviolabilidad que le concedía la Corona.

Según las fuentes consultadas, durante la hora y media que declaró ante el magistrado justificó en ese hipotético trabajo al servicio del Estado su entramado de empresas y, el principal asunto de la comparecencia: la reunión mantenida con Corinna, en cuya grabación ella dice que Juan Carlos tiene cuentas en Suiza y que ella fue su testaferro.