Cuando el presidente de un país visita España en viaje oficial, el jefe del Ejecutivo siempre lo recibe. Pero eso no es lo que ocurrirá hoy con el venezolano Juan Guaidó. Su llegada a Madrid -dentro de un periplo que le ha llevado a Reino Unido, Francia y Suiza- ha avivado la bronca política, pero también plasmando la variación del Gobierno español desde que el PSOE comparte el poder con Podemos, un partido cercano al régimen chavista. Casi 60 países de todo el mundo, entre ellos España, han reconocido a Guaidó como presidente interino de Venezuela frente a Nicolás Maduro.

Las señales de la distancia que Pedro Sánchez quiere mantener ahora con la oposición del país caribeño se reproducen en los últimos días. Primero, el presidente del Gobierno eludió reunirse con Guaidó en la reciente cumbre de Davos, algo que sí hizo en ese mismo foro la canciller alemana, Angela Merkel. Después, el Gobierno informó de que Sánchez evitará hoy el contacto con su presunto homólogo venezolano, un puesto que se disputa con Maduro, durante la visita de Guaidó a Madrid. La ministra de Exteriores, Arancha González Laya, será la encargada de recibirlo, en un encuentro a las cuatro de la tarde sin rueda de prensa posterior. El jueves, el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, rebajó a Guaidó a la categoría de mero «dirigente de la oposición».

RECONOCIMIENTO DE LA UE / «Hace un año España lideró en la Unión Europea el reconocimiento de Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional y presidente encargado de Venezuela. Un año después, esta sigue siendo nuestra posición», señaló ayer González Laya en su cuenta de Twitter.

Muy diferente será el recibimiento que le dé el PP, que gobierna en el Ayuntamiento y en la Comunidad de Madrid. Tanto el líder del partido, Pablo Casado, como el exjefe del Ejecutivo José María Aznar acudirán esta tarde a la entrega al mandatario de las Llaves de Oro de la capital.

Pero lo más polémico no ha sido la frialdad de Sánchez con Guaidó, sino un encuentro casi clandestino que mantuvo el lunes José Luis Ábalos, ministro de Transportes y secretario de Organización del PSOE, con la vicepresidenta de Venezuela, la chavista Delcy Rodríguez, una dirigente a la que la Unión Europea le tiene prohibido pisar territorio comunitario. Pese a ello, Rodríguez no solo aterrizó en el aeropuerto de Barajas a bordo de un avión privado. También mantuvo un encuentro con el propio ministro José Luis Ábalos dentro de la aeronave, según publicó el diario digital Vozpópuli.

En un primer momento, el entorno del ministro evitó confirmarlo, pero después, ante el revuelo creado, señaló que había acudido a Barajas a título privado, no como Gobierno, para verse con el ministro de Turismo venezolano, Félix Plasencia, con quien Ábalos tiene una relación personal y que viajaba en el avión.

Solo entonces, según esta versión, el titular de Transportes supo que allí estaba Rodríguez, con la que, continúan las mismas fuentes, no mantuvo ningún contacto «formal». «Si se acaba demostrando que se reunió, Ábalos no puede seguir un día al frente del ministerio», reclamó ayer el popular Pablo Casado, una posición que comparte también Ciudadanos.

ZAPATERO Y GONZÁLEZ / Mientras tanto, junto a las divergencias entre el PSOE y Podemos sobre Venezuela, también se están mostrando las distintas sensibilidades en el campo socialista, con los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero y Felipe González. La brecha es imposible de ocultar. «Sánchez acierta al no recibir a Guaidó», señaló Zapatero ayer en la SER. Poco después, González remitió un comunicado en el que considera a Guaidó como «único representante legitimado democráticamente, de acuerdo con la Constitución de Venezuela, frente al poder fáctico representado por la tiranía de Maduro». Zapatero tardó poco en contestarle. En un acto en Valencia, el expresidente valoró así la posición de su antecesor: «Moderada no parece».