El PP, Cs y Vox han pactado en casi todos los lugares donde han tenido oportunidad de hacerse con el poder, pero las relaciones entre ambos partidos se anticipan complicadas. Dos días después de que se constituyeran los ayuntamientos, el partido de extrema derecha anunció que congelaba las negociaciones con el PP para hacer presidenta de la Comunidad de Madrid a Isabel Díaz Ayuso. El motivo, explicaron los dirigentes de Vox, es que los populares han incumplido el acuerdo alcanzado para la alcaldía, que implicaba, según esta versión, que el partido de Santiago Abascal ocupase concejalías de gobierno en el consistorio, y no solo juntas de distrito.

La alianza municipal entre el PP y Vox no es pública. De acuerdo con la formación ultra, dicho pacto establece que ocuparían «concejalías de gobierno y puestos de responsabilidad directiva de entes municipales» y tendrían un presupuesto acorde y proporcional con sus resultados electorales: Vox obtuvo cuatro representantes en el Ayuntamiento de Madrid, frente a 15 de los populares y 11 de los naranjas. El nuevo alcalde de la ciudad, José Luis Martínez-Almeida, defendió mantener los detalles de la alianza en secreto. «Es un acuerdo nacional. Yo ahí me someto a las directrices que se den en relación a los acuerdos que se han suscrito con Vox. Poco más puedo añadir», dijo.

La decisión de Vox de suspender la negociación en marcha suena a estrategia de presión hacia el PP y Cs, a tenor de los antecedentes más inmediatos, pero puede complicar el ascenso de Díaz Ayuso a la Comunidad de Madrid. «Hay un incumplimiento del contrato entre el PP y Vox», señaló Rocío Monasterio, líder de Vox en esta autonomía. «Lo que estamos pidiendo es que se cumplan las partes del acuerdo. Si no, si estamos hablando de socios que no son fiables, no tendrá ningún sentido volver a sentarse», continuó.

El choque también podría afectar al propio ayuntamiento. El portavoz municipal de Vox, Javier Ortega-Smith, advirtió de las «consecuencias» de este desencuentro, una referencia a una hipotética moción de censura que saque a los populares de la alcaldía de Madrid, algo que Vox ya ha puesto encima de la mesa en Granada, donde la situación es muy similar. También se han quedado allí sin concejalías de gobierno.

MOCIÓN DE CENSURA / Más contundentes fueron en Burgos, donde desbarataron la investidura del candidato de Ciudadanos, Vicente Marañón, al no alcanzar un acuerdo con las formaciones de Casado y Rivera. Ahora han puesto encima de la mesa una posible moción de censura si lograr llegar a un pacto que les satisfaga.

El PP, como nexo de unión entre Cs y Vox, debe hacer equilibrios para mantener satisfechos a sus dos socios. Para los naranjas, sometidos a turbulencias internas y también en Europa por su entendimiento con la extrema derecha, el hecho de que el partido de Abascal no esté en el gobierno municipal y ocupe solo juntas de distrito supone que se ha cumplido el pacto al que llegaron con los conservadores.

«El acuerdo versa sobre el gobierno. Y eso no lo componen las juntas de distrito», dijo la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, de Ciudadanos, que también pidió a PP y Vox que hagan público su pacto para evitar «rumorología». «El Ayuntamiento de Madrid tiene nueve áreas de gobierno, que son para el PP y Ciudadanos», recalcó la portavoz de la ejecutiva naranja, Inés Arrimadas, antes de explicar que le correspondían cinco a los populares y cuatro a los suyos. No obstante, dejó la puerta abierta a que el PP cediera algunos de sus puestos de gobierno a la formación de Abascal.

Desde las filas populares, su secretario general, Teodoro García Egea, argumentó que lo más importante era el entendimiento en sí mismo. «Si nos centramos en los cargos al peso, nos estamos equivocando. Si un partido tiene o no una consejería, quien hable solo de sillones está equivocándose y defraudando a la ciudadanía».