Pedro Sánchez afronta el 2019 convencido de que no hay que adelantar las elecciones. Pese a su precaria situación parlamentaria (con solo 84 diputados socialistas y a expensas de la frágil mayoría que aprobó la moción de censura) y de que algunos de sus colaboradores más cercanos le recomendaban comicios a corto plazo, el líder socialista siempre ha defendido alargar la legislatura. Y ahora, más que nunca. El cambio político que trajeron consigo las andaluzas del pasado 2 de diciembre, donde el PP, Cs y Vox se encuentran cerca de desalojar al PSOE a través de un pacto que se podría reproducir en otros territorios y también en toda España, ha reforzado la resistencia del presidente del Gobierno a un anticipo.

Convocar generales ahora, ya sea en primavera o en mayo, coincidiendo con las autonómicas, municipales y europeas, es una «mala idea», señalan fuentes socialistas. Tras su resultado en Andalucía, Vox se encuentra al alza, y casi todas las encuestas apuntan que la derecha podría obtener más de la mitad de los escaños en el Congreso. La consigna es aguantar. Rentabilizar iniciativas como la subida del salario mínimo a 900 euros, confiar en la tramitación e incluso aprobación de los Presupuestos gracias a ERC y el PDECat y observar de cerca el entendimiento de populares y naranjas con la extrema derecha, que según los colaboradores del presidente puede ayudar a reactivar su voto tradicional.

MEDIDAS DE VOX / Sobre todo, el femenino, gracias al rechazo que provocan medidas planteadas por Vox como la derogación de la ley contra la violencia de género. Los socialistas quieren aprovechar las negociaciones de investidura en Andalucía, con el «partido franquista y machista» de Santiago Abascal amenazando con no apoyar el pacto del PP y Cs si no hay marcha atrás en la protección de las mujeres frente al machismo, para reeditar su dominio en esta parte del electorado. Mensajes en este sentido del PSOE y el Gobierno serán habituales. Varios ministerios coinciden en señalar que trabajan «con normalidad», sin previsión de comicios legislativos a corto plazo. La idea sigue siendo llegar al 2020, aunque no se descarta que las generales tengan lugar a finales de este año. La agenda internacional de Sánchez, en cualquier caso, no ofrece ninguna señal de que las elecciones están cerca. El presidente viajará en los próximos meses, entre otros lugares, a Estrasburgo, República Dominicana, México, Japón y a Davos, en Suiza, donde participará en el Foro Económico.

Hace poco más de una semana, Sánchez reiteró su voluntad de agotar la legislatura. A diferencia de otras ocasiones, no condicionó su duración a la suerte que corran los Presupuestos. La Moncloa confía en ganar un par de meses con la tramitación parlamentaria de las cuentas, que pasa porque ERC y el PDECat no presenten enmiendas a la totalidad y tampoco apoyen las del PP y Cs. El Gobierno da por casi seguro aquí a los republicanos. Los posconvergentes han ofrecido versiones contradictorias, pero los socialistas confían en que el sector más pragmático se imponga sobre el liderado por Puigdemont desde Bélgica.

HORIZONTE COMPLICADO / La aprobación definitiva de los Presupuestos, en cambio, se anticipa mucho más difícil, sobre todo al calor del juicio al procés que comenzará a finales de enero en el Tribunal Supremo. El rechazo de ERC y el PDECat daría una buena excusa a Sánchez para convocar, defendiendo que no ha habido ninguna concesión al independentismo para contrarrestar los efectos que su política territorial, tendiente al diálogo con la Generalitat, pueda tener en las urnas. Pero no es ni mucho menos seguro. El presidente podría también aguantar, aunque en una situación mucho más frágil, presentando incluso los Presupuestos del 2020.

Nada se presenta este año fácil para Sánchez. La impresión más extendida entre los socialistas es que tienen más que perder que ganar en las próximas autonómicas y municipales. Las grandes ciudades, como Madrid, Barcelona y Valencia, vuelven a darse por perdidas. Y el PSOE recuperó gran parte de su poder en las comunidades hace cuatro años, gracias a unos pactos con Podemos que ahora, con la irrupción de Vox, es probable que no den una suma suficiente en varios territorios.

Un pacto de este tipo tras las generales, como el que el actual jefe del Ejecutivo selló con el líder de los naranjas, Albert Rivera, a principios del 2016 en su investidura fracasada, no es del todo descartable. Pero los socialistas lo ven muy difícil, debido a los constantes ataques del líder naranja al sanchismo.