C aliente, incierto, frenético o intenso se han convertido en epítetos del comienzo de cada curso político. La ajetreada vida del legislativo en el último lustro, con cuatro elecciones, dos mociones de censura y hasta prórrogas de un estado de alarma que duró cien días, no parece que vaya a dar tregua en este nuevo periodo de sesiones parlamentarias. En el horizonte hay ya una posible moción de censura, la difícil negociación de los Presupuestos y el cerco de la oposición a la presunta financiación irregular de uno de los socios en el Ejecutivo.

Con la mitad del aforo, mascarillas y gel desinfectante, la apertura del curso será esta vez en el Senado. Como adelantó este diario, un debate de más de cinco horas en la Cámara Alta es el escenario elegido por Pedro Sánchez para arrancar el engranaje político y legislativo. La Cámara baja también reanudará los plenos y las sesiones de control al Ejecutivo, aunque mientras continúe la pandemia no habrá las tan habituales declaraciones de diputados que se producen en los pasillos.

El Gobierno ya ha empezado los contactos para sumar nuevas tonalidades cromáticas al habitual tándem de rojos y morados, pero la falta de mayorías complica una paleta en la que hay colores que se empeñan en no combinar. Podemos recela de Ciudadanos y las elecciones en Cataluña complican la vida a ERC. Como informaba este diario, Sánchez e Iglesias han acordado elaborar un borrador que sirva de punto de partida para tratar de cerrar las cuentas públicas.

Si las últimas legislaturas se han caracterizado especialmente por mucho ruido y pocas leyes, en el horizonte legislativo de la presente parecen vislumbrarse los primeros proyectos. La ley de eutanasia, la de educación o la de cambio climático y transición energética están en plazo de enmiendas y el Gobierno pretende incluir en sus planes para este curso una ley de memoria democrática que permitirá ilegalizar asociaciones franquistas.