Nunca será un buen año para Castellón mientras haya personas sin trabajo, con problemas de vivienda o con recursos limitados para alcanzar un bienestar mínimo. Eso es así. Como alcaldesa de esta gran ciudad nuestra, no quiero caer en la tentación de considerar que todo es perfecto y que vivimos en un estado de felicidad absoluta. Me gustaría que pudiéramos decir que Castellón crece y se desarrolla sin problemas para nadie, pero no es así, y nuestro empeño desde el Ayuntamiento ha de ser el de superar las adversidades y plantar cara a los malos tiempos, con la confianza en que todo es posible.

Con ese afán de superación diaria y de responder a los problemas de la ciudadanía es con el que trabajamos desde el gobierno municipal de Castellón. Todas las áreas de gestión municipales se dedican a hacer una ciudad con más futuro. Quienes han de juzgar si ese trabajo repercute en una mejor calidad de vida para la ciudadanía han de ser las castellonenses y los castellonenses. Las personas que les representamos en las instituciones estamos sometidos a la fiscalización de los verdaderos responsables municipales, que son quienes votan y quienes nos exigen a diario que cumplamos con la responsabilidad para la que fuimos elegidas y elegidos hace dos años y medio.

Ahora, cuando acabamos 2017, toca hacer balance del año. Tengo claro que la rendición de cuentas ha de ser permanente, día a día, siempre, pero en estas fechas, aún más. Los gestores públicos tenemos la obligación de explicar qué hacemos con el dinero público y, también, cómo, cuándo y por qué lo hacemos. Cuando alguien lee cada mañana Mediterráneo está sometiéndonos al control de la ciudadanía. Y habrá de todo, personas que esperaban cambios radicales y pueden sentirse defraudadas, y otras que pensaban que todo seguiría igual y han podido comprobar que no es así, que las cosas están cambiando y para bien. Los cambios radicales no son buenos, deben producirse poco a poco, con la máxima convivencia y consenso ciudadanos.

PLAN GENERAL

En 2017 hemos dado un gran impulso al Plan General. La Justicia nos dejó sin PGOU en 2008 por la mala praxis de los anteriores gobernantes y ha tenido que ser este equipo de gobierno el que asumiera el desafío de restituir la legalidad urbanística para garantizar la seguridad jurídica y conseguir que vuelvan las inversiones productivas a nuestra ciudad. El Plan General se ha hecho con humildad, pensando en nuestras hijas e hijos, porque tenemos la obligación moral de dejarles en herencia una ciudad en la que puedan ser felices. El objetivo que nos hemos marcado es modernizar Castellón, hacerla más amable, inclusiva, racional y sostenible. Pero hay otro documento igual de importante que ya está en su fase final: el Plan Estratégico de Turismo, que ha de relanzar un sector económico clave para la economía local.

Hemos visto también otro proyecto que está más cerca de ser realidad: la estación intermodal de mercancías, que fomentará la competitividad de la economía local y provincial. El centro de salud del Raval Universitari sigue adelante y ya hemos aprobado el nuevo puente sobre el río Seco, que en unos meses comenzará a construirse. En 2017 hemos conseguido la cesión del edificio de los antiguos juzgados de la plaza Borrull, que se convertirá en un contenedor de las políticas sociales del Ayuntamiento y la Generalitat. Otras acciones destacadas del año político que ahora acaba han sido la compra de la totalidad del cuartel de Tetuán 14 (lo que nos permitirá recuperar el centro de Alzheimer de la Pineda), la rehabilitación de la fachada del Palacio Municipal, la última fase de la intervención arquitectónica y arqueológica en el Castell Vell, la nueva sala de emergencias, los nuevos huertos sociales del camino En Riera y proyectos de modernización de la administración y equipamiento informático.

También hemos aprobado la reforma de la avenida Enrique Gimeno, la segunda fase del aparcamiento verde frente al Hospital General, obras antiinundaciones en las acequias de la Obra y la Ratlla, proyectos de reutilización de agua y un plan de asfaltado de calles y remodelación de entornos urbanos.

Inversiones que son posibles después de obtener el mayor superávit de la historia municipal (28,8 millones de euros), recortar la deuda, bajar el coeficiente del IBI y solicitar la revisión de los valores catastrales, incrementar los recursos para el empleo y reforzar las políticas sociales.

Es cierto que alguien podrá decir que se puede hacer más, y tendrá razón, pero no deja de ser menos cierto que los esfuerzos del gobierno municipal para hacer un Castellón mejor están viéndose compensados con resultados de los que nos sentimos orgullosos.