Sant Antoni llega a Borriol…Y viene desde el lejano Oriente para presidir las cálidas fiestas que se celebran en su honor con un variado programa preparado ya durante días anteriores. Hoy, inicio de las actividades lúdicas propiamente dichas, la población muestra sus calles con los típicos troncos de diversas especies que se depositan por los vecinos en las aceras de sus respectivas casas. Un enorme carro con tendal y una decena de caballerías -la matxà- recorrerá la villa para recoger la leña y apilarla en la Plaça del Pou hasta constituir una pira troncocónica rematada por el pirri. Por la noche, los secos troncos arderán ante la presencia de numerosos espectadores.

Pero si típico es el desfile antedicho, no menos lo es la popular pujà al Raval (antiguo Raval de València) que, desde la plaça de la Font, se dirigirá a su destino final, la plaça del Pou. En el Raval, aparte de su función instrumental de la carga combustible, la subida por el peculiar declive tiene un carácter altamente competitivo. Las caballerías -matxos en su mayoría- se esfuerzan por salvar el trayecto, alentados por los gritos y movimientos de sus amos, quienes conducen la matxà restallando los látigos en el aire para superar los naturales obstáculos. La calle está repleta de personal que después del mediodía se agolpa en el Raval y sus aledaños para contemplar la fuerza y habilidad de la competición sin enemigos. El carro va superando el pronunciado declive y ascendiendo con su pesada carga hasta que un grito estentóreo comunica el fin de la prueba: Visca Sant Antoni! Campanas al vuelo, confundidas con el griterío de espectadores, mayorales y obligats, ofrecen un ambiente de triunfo.

Desde años -probablemente desde el siglo XVII o XVIII- este acto ha sido invariable, excepto en el año 1929 en que un cofrade estaba de cuerpo presente en la misma calle y, por respeto, se suprimió; posteriormente, en los años inmediatos a la posguerra, por asuntos internos de los interesados, se desvió por la calle Sant Vicent. Hay noticias de la tradición oral que hablan de un efímero periodo en el que la matxà discurría por la Cerrada primera. Sea como fuere, el carro, victorioso, llega a la Plaça y descarga todo su contenido. Por la tarde, un último viaje de placer, adornado por ramas verdes, discurre por la población para finalizar ya su cometido.

Otros actos, como la bendición de animales se celebra en la plazoleta de la Iglesia. Luego, la noche ofrecerá un espectáculo grandioso, cálidamente grandioso, con la monumental hoguera que alumbra y calienta los alrededores y el paso ritual de caballerías y personas dando las tres vueltas de rigor a la hoguera con el obligado rezo de un padrenuestro.

Al día siguiente se dará la vertiente religiosa con la dedicación de solemne misa al santo y procesión de animales, vecinos y visitantes. Otras competiciones, otros actos conforman la fiesta de Sant Antoni, típica, popular que encierra un considerable misterio de rituales y costumbres dignas de conocer y disfrutar. No se lo pierdan.