El producto por excelencia de Castellón es la cerámica y la industria azulejera es el mejor exponente de la capacidad de la provincia por generar riqueza, empleo y proyectos empresariales que trascienden las fronteras. A lo largo de las últimas cuatro décadas, el sector ha multiplicado su prestigio en todo el planeta y ha demostrado una sobresaliente fuerza de adaptación frente a las adversidades y para encontrar oportunidades de mercado con el fin de continuar creciendo. Hoy, es uno de los clústers más dinámicos e innovadores de España en términos de desarrollo tecnológico, diseño, reputación y calidad de servicio.

La evolución del sector en los últimos 40 años ha sido constante y, a pesar de afrontar periodos de máxima incertidumbre como la crisis económica que comenzó en 2008, el empresariado ha encontrado resortes para mantener su competitividad. Uno de los cambios más significativos de la trayectoria de los fabricantes cerámicos de la provincia fue, en 1981, la apuesta por el uso del gas, con lo que se obtuvieron unos gases de combustión más limpios. Este avance, junto a los nuevos sistemas de transporte del material en el horno, fueron clave para mejorar la calidad, la reducción de los tiempos de cocción, el ahorro de energía y el aumento de la producción. Ello propició la introducción de los formatos de mayor tamaño y nacieron las primeras plantas de cogeneración.

A partir de este impulso, la industria azulejera se consolidó y alcanzó un crecimiento espectacular, convirtiéndose en el primer productor europeo y segundo mundial, liderando el diseño, la calidad y el comercio mundial de baldosas junto a Italia, su competidor tradicional.

Los años 80 y 90 fueron de gran esplendor y de un gran vigor empresarial, con las localidades de l’Alcora, Onda, Castelló, Vila-real, Nules, Ribesalbes o Borriol como epicentros de esta eclosión. Durante este periodo, el sector alcanza una cifra de profesionales que oscila entre 12.000 y 13.000 empleados (hoy son más de 15.000) y sienta los cánones operativos que han estado vigentes durante décadas.

La llegada del gres porcelánico

Otro de los cambios más destacados se impuso en la década de los 90, con la proliferación del gres porcelánico. Nacido en los años 80 como un producto de altas prestaciones, su característica esencial es su porosidad extremadamente baja, que le confiere excelentes propiedades. Sus cualidades estéticas y técnicas lo convirtieron en un recubrimiento sustitutivo del gres convencional en muchos segmentos. Además, de forma paralela, consumidores de todo el mundo de piedra natural, madera o, incluso, moqueta, vieron este material avanzado como una opción para incorporar en sus proyectos.

La popularización del gres porcelánico ha sido uno de los elementos fundamentales, junto con los avances tecnológicos que han ido sucediéndose en el sector, para conseguir que el abanico de aplicaciones de la cerámica de Castellón no haya dejado de aumentar para suerte de los presciptores. Si hace 40 años el uso del material se circunscribía a las cocinas y a los baños, a través de piezas de pequeño formato, con el devenir de las décadas se han desarrollado soluciones impensables para los pioneros del azulejo.

En este sentido, las baldosas de tamaño XXL, con dimensiones de hasta 3x3 metros, constituyen un ejemplo excelente de cómo ha evolucionado el sector. A ello hay que sumar las reproducciones hiperrealistas de acabados naturales, metales o cementos, las baldosas que incluyen relieves, texturas y volúmenes en 3D, las piezas antideslizantes, los juegos de geometrías que multiplican las opciones de colocación, los pavimentos espesorados o las infinitas alternativas tanto cromáticas como en las gráficas, entre otras muchas innovaciones.

Todo ello ha permitido que el material abandonara su espacio clásico en los baños y cocinas y haya accedido como protagonista a todas las estancias del hogar y también de establecimientos y de áreas públicas: dormitorios, comedores, jardines, piscinas, fachadas, encimeras y bancadas, mobiliario, superficies de trabajo, puertas y hasta techos.

Incomparable vocación exportadora

Desde los años 90 hasta nuestros días hay una característica que marca la evolución del azulejo: su vocación de internacionalización, que ha ido incrementándose de forma paulatina hasta alcanzar hoy el 80% de las ventas de las compañías. No en vano, la cerámica es la tercera industria que mayor superávit aporta a la balanza comercial de España, con unas ventas totales que en 2018 casi alcanzaron los 3.600 millones de euros. La experiencia y el conocimiento del producto han favorecido la inclusión de los recubrimientos made in Castellón en proyectos en 187 países. La participación en las principales ferias del planeta ha sido determinante para esta pujanza: desde Cevisama a Cersaie, pasando por MosBuild, Coverings o Batimat, entre otras.

Desde que la cerámica se abriera al exterior, los mercados más prósperos para la cerámica española siempre fueron los europeos, una tendencia que se mantiene en nuestros días. Hoy, los principales destinos son Francia, el más potente históricamente, seguido por Estados Unidos, que mantiene una destacada pujanza en los últimos años, Reino Unido, Italia, Alemania, Israel, Arabia Saudí o Marruecos.

En la actualidad, el sector produce más de 500 millones de m2 anuales de recubrimientos y la práctica totalidad de fabricantes están concentrados en Ascer, fundada en 1977. La entidad ha colaborado decisivamente en multiplicar el alcance de la marca Tile of Spain en un contexto de gran competencia ante la llegada de nuevos actores en el tablero mundial como China, India, Turquía, Brasil o Egipto.

Concentración y sostenibilidad

En la última década el sector ha entrado en una espiral que tiende hacia la concentración, con numerosas operaciones por parte de los principales grupos cerámicos locales y también por parte de inversores y fondos internacionales, que han visto en el azulejo una industria altamente rentable y competitiva. Otra característica de este lustro es la búsqueda por parte de los fabricantes de procesos productivos más ecológicos, una estrategia que se ha traducido en importantes inversiones en I+D+i. En este campo, y en muchos otros, una entidad clave en su respaldo al sector ha sido el Instituto de Tecnología Cerámica, que en 2019 ha conmemorado su 50º aniversario.