A la hora de pensar en nuestro futuro debemos tener muy presente el agua y su gestión, pues es un bien de suma importancia para la vida y numerosos factores de desarrollo. El problema es que es escaso y necesita suma atención. Así lo advierten numerosos organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), que en su informe Global Risks Report 2019 vuelve a situar la crisis del agua entre los diez principales riesgos a los que se enfrentan los gobiernos, las empresas y la sociedad. Y de los riesgos restantes, siete tienen relación con el agua y el medio ambiente.

Naciones Unidas, a través del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 6, también ha instado a los gobiernos, las empresas y la sociedad civil en su conjunto a trabajar por garantizar la disponibilidad de agua potable, su gestión sostenible y el saneamiento para todos, considerando cuestiones como la calidad, la gestión de aguas residuales, la escasez y el uso eficiente, la gestión de los recursos hídricos y la conservación y recuperación de los ecosistemas relacionados con el agua. Cara a las próximas décadas, el escenario es complejo. El crecimiento de la población, la rápida urbanización e industrialización, el cambio climático, la transición a una economía circular o la inteligencia artificial son algunas de las tendencias que comienzan a tener gran impacto sobre la demanda y gestión del agua, y convierten al sector en un actor cada vez más estratégico y transversal para hacer frente a los desafíos que se plantean desde el punto de vista medioambiental, demográfico y social.

Respuestas

Ante estas tendencias, los agentes del sector consideran que se debe «pasar de los compromisos a la acción para poder responder con la seguridad, calidad y sostenibilidad que requiere el escenario que se perfila: abastecer el doble de demanda de agua urbana e industrial mientras se reducen las reservas subterráneas y el caudal de los ríos o surgen problemas de contaminación de los recursos hídricos, entre otros».

En su opinión, la inversión en infraestructuras de agua y saneamiento en España continúa siendo insuficiente. «Urge enfocar las inversiones de forma planificada, contemplando cuestiones tan importantes como la construcción y conservación de las infraestructuras, el desarrollo e incorporación de nuevas tecnologías, adaptación a cambios normativos y exigencias ambientales o la prestación del servicio para garantizar cuestiones tan importantes como el abastecimiento, el saneamiento y la depuración de aguas», indican las mismas fuentes.

Aunque todavía queda mucho por hacer, los operadores de servicios de agua, como Facsa, dicen: «Hemos avanzado en términos de calidad y eficiencia y hemos apostado por la reconversión hacia la sostenibilidad, haciendo un uso eficiente de los recursos, innovando y adoptando tecnologías fiables y ambientalmente sostenibles. No obstante, para llevar la ambición al siguiente nivel somos conscientes de que es importante y necesario que todos los agentes del sector aunemos esfuerzos e iniciemos una reflexión conjunta sobre las capacidades y recursos que se precisan, y definamos una planificación en agua y saneamiento como fundamento y motor de la gestión económica de los recursos hídricos, estableciendo qué hay que hacer, quién tiene que hacerlo y cómo debe hacerse para llegar a la meta: agua para todos, sin dejar a nadie atrás».