Los productores de la provincia de Castellón han dado un paso adelante en los últimos años a la hora de ampliar y mejorar su carta de vinos. Y en la misma medida ha habido un impulso extra en la promoción de los vinos, cada vez más conocidos y apreciados.

De la mano de esta progresión de la cultura vitivinícola, también se ha desarrollado un floreciente enoturismo, convertido en un pretexto perfecto para explorar los encantos patrimoniales, históricos y naturales de las comarcas y localidades de interior.

Buenos exponentes de la producción del vino están ubicados en la comarca del Alto Palancia, Alto Mijares, Baix Maestrat, l’Alcalatén o la Plana, entre otros. En cuanto a las localidades generadoras de caldos notables dentro de la provincia sobresalen Vilafamés, Segorbe, Almedíjar, Azuébar, les Useres, Sant Mateu, Benlloch o Rossell. Se suman a esta lista, Almassora, Benicàssim, Cabanes, la Torre d’en Doménec, Vall d’Alba o Viver.

Desde hace unos años la Indicación Geográfica Protegida Castelló (IGP) agrupa a la gran mayoría de viticultores y bodegueros, y exige la aplicación de rigurosos parámetros analíticos y organolépticos en los vinos.

En cuanto a las variedades cultivadas es importante destacar que las condiciones climatológicas y del suelo autóctono mediterráneo originan una producción excelente de tempranillo, monastrell, garnacha, garnacha tintorera, cabernet sauvignon, merlot y syrah, además de la macabeo y merseguera.

Numerosas firmas están abriéndose a impulsar el enoturismo, una fórmula en alza que permite estancias en entornos rurales que conjugan descanso, gastronomía, excursiones a enclaves histórico-naturales y actividades vinculadas a paladear los buenos vinos de la provincia.

Muchas bodegas de la provincia ofrecen visitas guiadas a sus instalaciones, catas y maridaje de sus vinos, así como la posibilidad de comprar sus caldos en las propias tiendas de las bodegas.