Cuando, a principios de los 80, el CD Castellón jugaba en Primera, nadie hubiese imaginado los avatares por los que pasaría, flirteando con la desaparición varias veces, relegado, por deméritos deportivos pero también víctima de la galopante deuda, a la cuarta categoría del fútbol español, maltratado por una serie de dirigentes que no dudaron en aprovecharse del club, pero revitalizado ahora, con un proyecto castellonense y por una afición de récord, lo que hace presagiar que lo peor ha quedado atrás.

La historia de los últimos 40 años del Castellón nace con un equipo que ya en 1980 acaricia el ascenso a Primera, que logra en mayo de 1981. No obstante, el penúltimo paso por la máxima categoría resulta ser un desastre: solo gana tres partidos. Vicente Sales, debilitado por los problemas de salud, abandona la presidencia, poniendo fin a una destacada etapa en el club.

El Castellón transita luego sin llegar a recuperar la categoría perdida. El subcampeonato de España de aficionados y el título en la extraña Copa de la Liga de Segunda A no sirven de consuelo, pero la llegada a la presidencia de Domingo Tárrega y el estreno del nuevo Estadio Castalia (17 de junio de 1987), eterna reivindicación del albinegrismo, sirven de estímulo para un Castellón que asciende por última vez --hasta la fecha— en su historia a la máxima categoría en 1989.

No es oro todo lo que reluce

No todo funcionaba a las mil maravillas. El club ya reconocía entonces una deuda de 227 millones de pesetas (1,36 millones de euros). Aun así, los orelluts firman un notable regreso a la élite, con victorias en Castalia frente al Barcelona o Athletic; o el empate en Mestalla. No obstante, su aventura con los grandes termina al siguiente verano, justo cuando el dinero de las televisiones se habían asomado al fútbol español, muy lejos aún de la cantidad y la influencia de las décadas venideras, lo cual hubiese podido acabar con la endémica deuda de la entidad. Otra circunstancia, que con el tiempo se volvería en contra del Castellón, fue su conversión, obligado por la ley, en Sociedad Anónima Deportiva.

El regreso a la categoría de plata (1991) marcaría un verdadero punto de inflexión en la trayectoria vital del Castellón. Desde entonces, al albinegrismo ha vivido prácticamente tres décadas enteras de sinsabores y desvelos. En 1994, cae, por vez primera en su historia, a la Segunda B, precipitando la caída de otro presidente con tanta influencia en la historia reciente de la entidad. Todo iba desmoronándose, con la sucesión de inquilinos en la poltrona de Castalia al tiempo que el agujero crecía vertiginosamente. El verano de 1997 fue el primero en el que, verdaderamente, el albinegrismo temió por su futuro, aunque la irrupción de Toni Bonet permitió un primer rescate.

Aun así, el Castellón, que celebró su 75º aniversario en Segunda B, no regresó a la categoría de plata hasta el 2005, poniendo fin a la etapa de Bonet al frente de la SAD al vender su paquete accionarial a Castellnou2005, un traspaso tan nocivo a la larga. Fueron cinco años en Segunda A, de crecimiento deportivo y, a la vez, de un expolio que ha acabado en los juzgados, que tocó a su fin en 2010. Las deudas fueron creciendo y, solo un año después, una bomba inimaginable: otro descenso, esta vez por los impagos.

Lo peor de lo peor

El Castellón ya rodaba cuesta abajo sin frenos. En esos siete años en la cuarta categoría del fútbol español, los sinsabores deportivos (el Castellón llegó a perder un ascenso por penaltis) se dieron la mano con el cúmulo de despropósitos de los dirigentes, de los numerosos frentes judiciales en los que el club se vio inmerso, sometido a las condiciones de un concurso de acreedores... Hasta que, en junio del 2017, el empresario castellonense Vicente Montesinos acude al rescate: el Castellón recuperó la Segunda B y, también determinante, a su gente: más de 12.700 socios, récord a nivel nacional.

Cerca de otro descalabro

Todo ese terreno ganado estuvo cerca de irse al traste la pasada temporada, cuando, por la acuciante necesidad económica, se cedió la gestión y el control del club a José Miguel Garrido. Hubo que esperar a un gol más allá del minuto 90 para certificar la salvación, como emblema de lo que han sido las cuatro últimas décadas, en realidad como lo han sido todos y cada uno de sus 97 años.

El nuevo Castellón ha empezado a construirse sobre los cimientos, con un claro objetivo: que el edificio esté acabado en el 2022 para así poder- celebrar el centenario de donde le echaron: el fútbol profesional.