Se dice -lo dicen los sociólogos y otros- que vivimos en unos tiempos caracterizados por el hedonismo -lo fácil, la búsqueda del placer-, el materialismo, el consumismo y otros ísmos semejantes que nos apartan de la espiritualidad. Su influencia es clara, pero eso no obsta para que todavía un número considerable de seres humanos sientan el aldabonazo de la religiosidad sobre todo en determinados momentos del ciclo anual. Este es el caso de las celebraciones que tienen como centro la Semana Santa en la que la oración, el silencio y el turismo se conjugan, muchas veces, para celebrar el recuerdo de aquel drama sacro que conmovió a la humanidad hace algo más de dos mil años: la Pasión de Cristo. Impregnada de religiosidad popular, denostada por algunos y ensalzada por otros, la celebración, con sus inevitables peculiaridades, no solo se mantiene, sino que, en determinados lugares, acrecienta su popularidad. Un centenar de agrupaciones, 68 hermandades, más de quince mil cofrades, bastantes jóvenes y mujeres se incorporan activamente en la provincia integrada por dos diócesis, la antigua de Tortosa y la moderna de Segorbe-Castellón. Los actos, aun siendo motivados por la misma razón, se diferencian en cuanto a su realización popular y tradicional. Muchos de ellos comenzaron ya en el Domingo de Ramos en conmemoración de la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén en cuya liturgia ramas de olivo y palmas fue la tónica general y más visible de la celebración. Pero, ya antes, pregones, oficios, via crucis, conferencias, desfiles procesionales y conciertos se sucedieron con el mismo motivo y en donde no solo el templo, sino las calles impregnaron de fe los misterios.

Hay actos tradicionales que se conservan, otros, como la antigua salpasa que han desaparecido y, en cambio, se dan innovaciones recientes que han entrado con buen pie. Ejemplos, las tamborradas, conciertos nuevos y, especialmente, las Pasiones. L’Alcora en el primer caso, la Rompida de la Hora o la Trencà de l’Hora, también en Benicarló, Morella o Borriol, entre otros. Vila-real con la Laqvima vere, la Vall d’Uixó, Morella, Moncofa, Sant Mateu con la recuperada Processó de les Vergues, Segorbe (Procesión de las aleluyas), Almassora con los Tambors de Passió, Benicàssim, Betxí, Burriana, Nules, Alcalà, Vinaròs, etc.

Otro fenómeno nuevo son las Pasiones, la primera de las cuales se representó en el año 1975 en Borriol bajo el nombre de Nueva Jerusalén; luego siguió Torreblanca, Xilxes, Eslida, Alfondeguilla. Es justo reseñar que en el año 1369 Vila-real representó la Passió, la Creu y Jocs de Divendres Sant; al siglo XVI desaparecen las noticias.

La capital ofrece una estimable variedad de actos conmemorativos. Más de treinta actos y cuatro cofradías (La Sangre, la más antigua -1561-, Hermandad de Paz y Caridad, Cristo de Medinaceli y Santa María Magdalena). Via crucis, pasos, procesiones (del Santo Entierro, del Encuentro…) hasta el Domingo de Resurrección. Paralelamente otra programación es la ofrecida por el Ayuntamiento de Castellón con actos diferentes.