Es uno de los sectores con más solera de la ciudad, el del Raval de Sant Roc, el de Forn del Pla, enclave que da nombre a un sector amplio que recibe y acoge al visitante, y le articula hacia su enclave urbano, en una red de calles que entroncan con la solera de la parte noble de la capital y los barrios más trabajadores del acceso norte.

La gaiata, que se llamó en sus inicios, según marca la Festapèdia de Castellón, Sector Glorieta de San Roque, comprendía desde la calle Sant Félix en su segundo tramo hasta Sanahuja, la plaza Isabel la Católica, y las calles de Sant Roc, Sagrada Familia y Espartero, hoy Almansa, con la iglesia de los monjes en su camino. Pero en 1983 se decidió cambiar su nomenclatura a Forn del Pla, el que fundó el obispo Climent para dar de comer a los huérfanos que acogía en su casa, la de Dios y la de todos, en el llamado pla de Sant Roc, la última isla de viviendas antes de cortar con Sant Félix.

El 11 fue el primer sector ganador del premio a la Mejor Gaiata de la Magdalena en aquel 1945 que marcaría en inicio de la nueva era de las fiestas de Castellón, con un monumento que se tituló La pobilla amb fanecaes.

Enclave histórico y lleno de reminiscencias a la cultura popular de Castellón, a su arraigo, fue también el barrio de ‘Quiqueta la Pigà’, que regentó el horno del barrio y que, Navidad tras Navidad, da nombre al belén más icónico de la provincia, que presentó uno de los grandes escritores del Castelló de soca, Miquel Peris, con sus versos y sus personajes.

Es Forn del Pla inicio del viaje de la Magdalena. Allí arranca la Processó de Penitents, marca de fe mezclada con tradición en la Tornà de la Romeria, que tiene como momento cumbre la ceremonia de Les Tres Caigudes.

En la plaza de la Ereta --ahora Isabel la Católica-- estaba la Casa de Socorro, y en el área se incluyen la ermita de la Soledat, el colegio Bisbe Climent y la iglesia de la Sagrada Familia, además de elementos clásicos del Castelló pairal que miran al futuro.