No se trata de aprobar la materia. Ni siquiera de sacar buena nota. Los estudiantes de Magisterio de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Castellón van mucho más allá, como viene ocurriendo en la asignatura Dificultades del aprendizaje, uno de cuyos retos es presentar un proyecto que refleje que han interiorizado los conceptos explicados en el aula. Sin embargo, los alumnos están realizando investigaciones innovadoras y con una calidad y nivel de desarrollo que superan con creces lo demandado. Un ejemplo lo constituye el Juego cooperativo para prevenir la dislexia: el pelo de Dora, de las alumnas Alba Fernández, Izaskun Flores, Judith Llop, Arantxa Ramón y Saray Sánchez.

Este juego, donde participan todos los niños de una clase de Infantil, tiene como objetivo prevenir los trastornos lectoescritores, entre los cuales destaca la dislexia. Las estudiantes basaron su programa en un estudio realizado por la investigadora Mª José Marrodán y diseñaron un divertido juego en el que hay que conseguir las trenzas y abalorios de una niña llamada Dora a través de varias actividades. Cada trenza dispone de cinco abalorios que pertenecen a las áreas que deben trabajarse para corregir y prevenir la dislexia (esquema corporal y orientación derecha-izquierda, secuenciación espacio-temporal, percepción visual aplicada los grafemas, conciencia fonológica, lectura y reeducación de la escritura) y que los niños deben obtener realizando correctamente las actividades.

“Una de las grandes aportaciones de este trabajo es que es inclusivo, ya que en muchas ocasiones resulta complicado para el maestro atender a las necesidades especiales de los niños con estos trastornos sin desatender al resto; con este innovador juego todos juegan y aprenden a la vez. Los que no tienen estos trastornos refuerzan sus habilidades lectoescritoras y aprenden a trabajar en equipo; y los que las tienen pueden corregirlas y reforzar su autoestima tras superar los retos”, explica la profesora del CEU Mabel Marí.

Las alumnas invirtieron mucho tiempo y esfuerzo en investigar y aterrizar en un juego cooperativo las metodologías de intervención más eficaces, además de diseñar y elaborar manualmente el juego. Pero este esfuerzo, según cuentan las futuras maestras, ha merecido la pena. Por el aprendizaje que ha supuesto y por demostrarse a sí mismas que son capaces de contribuir a mejorar la educación de los más pequeños. H