Mucho antes de la llegada masiva de visitantes a sus playas, la pesca ya era una de las actividades económicas más importantes de Peñíscola. Y es precisamente este sector, junto a la agricultura, el elemento que aporta la diferencia a su gastronomía. De esta forma, la lonja hace las veces de despensa de una tradición en la que dominan los platos marineros.

El de Peñíscola es uno de los puertos pesqueros más importantes de la Comunitat. Diariamente, embarcaciones de arrastre y tiret salen a faenar con el deseo de obtener buenas capturas, que en buena parte se verán en las mesas de los restaurantes de la ciudad. Una muestra de esta vinculación radica en la entrega de reconocimientos que, desde hace años, otorga la cofradía de marineros a aquellos bares y restaurantes que se abastecen de mariscos pescado blanco o pulpo de las barcas del pueblo.

Si alguien pregunta por los platos emblemáticos, sin duda hay que hacer referencia al all i pebre, que combina los productos del mar con el acompañamiento de las materias primas del campo. Otro referente es el suquet de peix, que está en los orígenes de la alimentación de los pescadores y que desde hace décadas ha pasado a los restaurantes de cocina más tradicional.

Entre otras muchas variantes, también cabe destacar el pulpo con patatas, o las numerosas alternativas de arroces marineros. Unos platos que tienen como fondo el caldo de morralla, otorgando un sabor único, con el acompañamiento de alcachofas u otras delicias del campo, en función de la época del año en la que nos encontremos.

Los nombres propios de esta despensa cuentan con rapes, langostinos, gambas, galeras, cigalas, pulpos o diferentes especies de pescado blanco. Pero hay algo propio de Peñíscola, que es el caragol punxent. También conocido como cañaíllas, son uno de los productos más identificados con la ciudad, y suelen ir acompañados de deliciosas salsas para realzar su sabor.

DULCES

Las variantes más auténticas también tienen su versión en los postres. Una especialidad inexcusable son los típicos pastissets. Y hay que mencionar un producto cada vez más presente en los instantes finales de una comida. No es otro que la tisana del Papa Luna. Una combinación constituida por semillas de coriandro, anís, hinojo, alcaravea, y comino; raíces de regaliz y dictamo, que junto con la canela, aporta infusionada unos sorbos de bienestar con una historia apasionante, relacionada con uno de los personajes más conocidos en Peñíscola.

El origen está en un intento de envenenamiento sufrido por el pontífice en el castillo de Peñíscola, y para aliviar los dolores estomacales los expertos de la época elaboraron este compuesto. Gracias a la investigación del cronista oficial de Peñíscola, Juan Bautista Simó, la tisana fue recuperada hace más de una década, y ya es de presencia habitual en los restaurantes locales.