Ir a trabajar cada día. Comer con los compañeros de trabajo, que tras 18 años son amigos. Volver a casa por la tarde y dar un beso a mi mujer y a mi hija. Y el fin de semana salir de casa y descansar con familiares y amigos. No creo que sea pedir tanto”. Cosas tan simples y cotidianas eran hasta hace poco una pesadilla para Arturo, trabajador en la planta petrolífera BP del Grao de Castelló, y una de las miles de personas que buscan en la implantología una solución para rehabilitar su boca, pero que son desestimadas por no disponer de suficiente hueso, perdiendo con ello toda su calidad de vida. «Es imposible sentirse bien cuando cosas tan simples como comer, relacionarte, sonreír o dar un beso suponen un hándicap muy grande», lamenta.

Su caso era especialmente dramático. Una serie de quistes en el hueso maxilar y en la mandíbula le generaron tal atrofia ósea que en las primeras clínicas dentales a las que acudió le indicaron que ni siquiera era apto para llevar prótesis removible, pues no tenía suficiente tejido en el paladar. «Con menos de 50 años me vi condenado a vivir sin dientes toda mi vida. No recuerdo haber llorado tanto nunca», recuerda Arturo.

Sin calidad de vida

Viendo que su problema no tenía solución en una clínica dental normal, acudió a algunos profesionales especializados en cirugía maxilofacial. Pero las expectativas no fueron buenas. Para reponer el hueso perdido le propusieron una cirugía de injertos, pero sin garantías de éxito. El tratamiento, conocido como elevación de seno, suponía además enfrentarse a varias operaciones quirúrgicas, la primera para extraerle hueso de la cadera y las demás para implantárselo en la boca, con un postoperatorio molesto que podía alargarse hasta 9 meses.

Su vida social se redujo considerablemente. Extrovertido y alegre, dejó de salir de casa, evitaba hablar y sonreír en público, tenía serios problemas para masticar y solo pudo refugiarse en su mujer y su hija de cuatro años. «Pero a veces ni siquiera eso era posible. Es muy duro que tu hija te diga papá, se te ha caído un diente o que te avergüences ante tu mujer. Recuerdo que les pedía que por favor ellas no dejaran de besarme».

La solución Vivanta

Fue a través de Merche, su mujer, que conocieron la nueva red de odontología y medicina estética Vivanta. «Estaba viendo la televisión y vi el anuncio. Decía que cuando te sientes bien, te quieres más. Y recuerdo que pensé que podría ser nuestra última oportunidad», afirma. «Lo que no esperábamos es que al acudir y contar nuestro problema nos trataran con esa profesionalidad y nos dijeran que sí podía haber una solución para Arturo. Nuestra sorpresa fue mayúscula».

Arturo fue uno de los primeros pacientes del área regenerativa que Vivanta ha instaurado en la Comunitat Valenciana dirigida por el reconocido cirujano maxilofacial Luis Senís Segarra, director nacional de implantología de Vivanta. Dotada con los más avanzados equipamientos para obtener hueso autólogo de la boca del propio paciente permite en muchas personas reducir el tratamiento de regeneración ósea a una única cirugía y, en un plazo de tiempo que es de apenas un par de días, devolverles una dentadura fija, funcional y estética. «El cuerpo humano no reacciona de la misma manera cuando se le injerta un tejido autólogo, del propio paciente, que cuando se trata de un cuerpo extraño», explica el Dr. Luis Senís. «En el primer caso la asimilación por parte del organismo es muy rápida y se reduce drásticamente el riesgo de infecciones, la inflamación postoperatoria y cualquier tipo de dolor y molestia. Y si todo el proceso de obtención y colocación del injerto se hace en una única cirugía y evitamos una primera operación, se acortan extremadamente los plazos del tratamiento».

En solo dos días

Para ello, Vivanta cuenta en su área regenerativa con un equipo capaz de seccionar hueso por ultrasonidos. A través de cortes muy sutiles permite obtener hueso del propio paciente a partir de los picos y la regularización de los planos óseos. Un segundo equipo de última tecnología permitió aprovechar la dentina de los dientes de Arturo, una vez extraídos y tratados, para lograr una mayor cantidad de hueso. Por último, un concentrado de plasma rico en plaquetas con factores de crecimiento ayuda a la regeneración de los tejidos y la cicatrización. «De este modo el uso de materiales externos como hueso bovino o biomateriales queda muy reducido, e incluso descartado, en muchos pacientes», dice el Dr. Luis Senís, «favoreciendo una recuperación sorprendentemente rápida».

Este fue el caso de Arturo, que un día después de entrar en quirófano acudió a la clínica Vivanta y regresó a su casa con dientes provisionales implantosoportados. O lo que es lo mismo, una dentadura fija, funcional y de alta estética. «Aún no me lo creo», comenta. «Un tratamiento de seis a nueve meses y dos cirugías sin garantías de éxito se redujo a menos de dos días y una única operación. Por la noche dormí en mi casa, con mi familia, sin inflamación ni dolores, y lo más importante, había recuperado una calidad de vida a la que creía haber dicho adiós para siempre».H