Quince días, cinco médicos, nueves estudiantes de últimos cursos de Medicina, dos localidades, más de 170 cirugías, más de 1.500 pacientes atendidos... Es Medipinas 2019.

Pero no solo. Como en anteriores ediciones, la misión humanitaria que estudiantes y profesores de Medicina del CEU vienen desarrollando desde hace cinco años en Filipinas ha sido mucho más que unos espectaculares resultados sanitarios. Y es que una de las claves de su éxito radica en la experiencia y aprendizaje médico y humano que implica y que marcará, sin duda, el futuro profesional de los médicos que se están formando en esta universidad.

Tras 22 horas volando, los miembros de la quinta misión Medipinas aterrizaron en Manila el pasado 16 de marzo. Después de una jornada de descanso necesario, el equipo solidario cogió otro vuelo para llegar a Masbate, donde arrancó la primera parte de la misión, en el Hospital Diocesano San Antonio de Padua, invitados por el obispo de la diócesis.

«Allí nos aguardaba una bienvenida excepcional, pues éramos la primera misión humanitaria médica que visitaba la zona en toda su historia… lo que se tradujo en una ingente cantidad de consultas», cuenta a este diario el alumno de Medicina del CEU Rodrigo Valdés.

Su compañero José García narraba así el primer día: «Hemos conseguido visitar 250 pacientes durante 9 horas sin apenas descanso. Estamos agotados, pero tenemos el alma muy feliz».

Implicación

Además del intenso trabajo en consultas de salud generales, los estudiantes de Medicina del CEU colaboraron en las consultas pediátricas y en las intervenciones quirúrgicas, muchas de ellas con el material sanitario que Medipinas llevó de España, gracias a la generosidad de distintas organizaciones y empresas de Castellón y Málaga.

«Los números de esta primera parte de la misión superaron todas las expectativas y previsiones», destaca Gontzal Iraola. «El cariño de la gente y su agradecimiento provocaron que la atención médica fuera especialmente humana y verdadera, algo que nunca olvidaremos», asegura el estudiante Jorge Rodríguez.

«Fue una intensa semana de aprendizaje, mix de emociones, crecimiento personal y compañerismo», añade Nuria Lafuente. «Vimos muchas patologías que solo conocíamos de los libros y vivimos la gratitud de los que menos tienen, pero más dan», afirma su compañera Aurora Serra. «No hay palabras para describir lo que nos regalaron, las sonrisas de los más mayores y las miradas curiosas de los más pequeños», añade Laura Fuertes.

Iriga, una ciudad que los médicos solidarios ya conocieron en la pasada edición de este proyecto, fue el siguiente centro de operaciones del equipo Medipinas.

Allí se dividieron en dos para prestar una atención sanitaria más eficaz. Unos trabajaron en el hospital Santa Maria Josefa Hospital Foundation, de las Hermanas Siervas de Jesús de la Caridad, para realizar cirugías complejas programadas; los demás visitaron los barrios más pobres para asistir a las personas que ni siquiera tienen recursos para acercarse al centro sanitario.

Vocación

Durante dos semanas, los futuros médicos volvieron a trabajar intensamente y a encontrarse con casos realmente desesperados, pero nuevamente vivieron experiencias gratificantes, sobre todo gracias a los niños. «Cuando una madre viene y te agradece de corazón que hayas visitado a su hijo, no hay palabras para describirlo. Ellos son la alegría y también el futuro de Filipinas», asegura Clàudia Pumarola.

En suma, una misión única que ha reforzado los conocimientos y la vocación de servicio de los jóvenes médicos que se están formando en el CEU. Un sentimiento que expresa así el estudiante Valentín Henarejos: «La mejor sensación del mundo es perseguir el sueño de ser médico, cueste lo que cueste, aunque solo sea por ellos, por poder ayudarles más y mejor», concluye con gran satisfacción.

La profesora de Medicina del CEU y cirujana Belén Merck es la responsable de esta emblemática misión humanitaria, que para este año ha contado también con la decisiva colaboración de los doctores Antonio Barrasa, Antonio Villalonga, Pedro Gil y Teresa Sorribes.