Pocas jornadas resultan tan festivas en Nules como la dedicada a Sant Vicent Ferrer, hasta el punto de que hace ya varios años estas celebraciones fueron declaradas de interés turístico local.

Unas fiestas en las que se vuelca toda la población, pero que son vividas de una manera muy especial por la quinta que asume la organización de los diversos actos, con el tradicional pasacalles del lunes como evento más esperado.

Este año le corresponde este papel a la quinta del 92 (nacidos en 1973), que cuenta con unos 80 miembros y presenta la particularidad de que su presidente, Vicente Gavara Gavara, es además uno de los tres clavarios, junto a Vicente Ramón Gómez Mondragón y Vicente Santiago González Escudero.

Estas celebraciones destacan por el sentimiento de hermandad entre los vecinos de distintas quintas, de manera que desde hace ya varios años en los principales actos, como el pasacalles o la procesión, también toman parte las quintas entrante y saliente. En esa línea, una de las novedades de la programación de este año es que por primera vez la quinta organizadora y la que tomará el relevo para las fiestas del próximo año compartirán un baile de gala en el Salón Multifuncional que pondrá el punto final a los actos de hoy.

Las celebraciones de Sant Vicent arrancan este sábado de buena mañana con la despertà y el recorrido de los quintos por el centro, acompañados del son de la dolçaina, para colocar la tradicional murta en el retablo del santo y trasladar el anda del Convent a la Arciprestal.

Tras la siempre emotiva visita a los fallecidos de la quinta en el camposanto, los actos se retomarán a las 20.00 horas con la recepción a las quintas entrante y saliente.

En la jornada del domingo la atención se centra en la procesión de las Camareras, tras la cual se abre el dosel de Sant Vicent en la plaza Mayor y a las 23.30 horas se celebra el clásico baile en el que no faltará el reparto de mistela y buñuelos.

Pero los momentos más intensos llegarán el lunes. Por la mañana recorrerá las calles de la población el pasacalles en el que participan cientos de personas de todas las edades, ya sea a pie o en carros engalanados, cumpliendo la tradición de dar la vuelta a la hoguera instalada en la calle de Sant Vicent.

Ya por la tarde la algarabía festiva da paso al fervor religioso con la misa y la procesión en honor al santo, antes de despedir las fiestas hasta el año siguiente con el estruendo de los fuegos artificiales.