Adaptarse a una vida nueva nunca es fácil. Para ello, la fuerza de voluntad, un verdadero espíritu de superación y, sobre todo, muchas ganas de vivir son conceptos imprescindibles para lograr alcanzar ese objetivo. Todo eso es lo que caracteriza a aquellos que, desgraciadamente, han sufrido un infarto cerebral (también denominado ictus) o algún tipo de traumatismo craneoencefálico a consecuencia de un fatal accidente de tráfico.

Un gran aliado para todos ellos es la Fundación Daño Cerebral Adquirido de Castellón, formada por un equipo transdisciplinar de profesionales que trabaja y acompaña a pacientes y a familiares. “En nuestro centro de día (ubicado en el antiguo cuartel Tetuán XIV), realizamos trabajos de rehabilitación, actividades y seguimiento para que puedan seguir llevando su vida de antes”, explica Mari Carmen Gil, coordinadora de la asociación. “Además, también tenemos varios programas de sensibilización social y de prevención vial”, añade la responsable.

Y es que acompañar a este tipo de pacientes desde el momento en el que ingresan en el hospital es “clave para que puedan tener una vida lo más digna posible”.

Unas 85 personas trabajan para que los más de 400 socios que forman parte de la fundación (entre enfermos y familiares) puedan adecuarse a su nueva situación. “Asesoramos a la familia para que el regreso al hogar sea lo más fácil posible, pues hay que tener en cuenta que muchas partes de la casa deben adaptarse, como pueden ser el baño o el dormitorio”, revela Gil. “Es por ello que la información que les aportamos es fundamental en todos los ámbitos, pues no saben cómo actuar”, manifiesta. Lo más duro de estas situaciones es que los que padecen un daño cerebral adquirido “ya saben qué es vivir con comodidades; algo muy diferente a si se nace con ello”. Entre otras, cuentan con la ayuda de la Obra Social la Caixa, que aporta 23.140 euros a un programa del que se benefician 26 usuarios. H