Hace exactamente cuatro años que no se viste de luces. Pero nunca se retiró, ni se cortó la coleta, ni quiso apartarse de los ruedos. Abel Valls toreó su última corrida en la Magdalena del 2012. Se estrelló con un flojo encierro de José Luis Marca, con el que no tuvo opciones y desde entonces, su nombre cayó en el ostracismo por los caprichos de una fiesta que no siempre es justa. No tiró la toalla y siguió entrenando cada día con la dureza de no saber cuándo volvería a sentir el calor de las plazas de toros.

“Han sido cuatro años muy duros, en los que piensas muchas cosas. Lo pasé mal, pero tengo afición y nunca me he cansado de mis pretensiones de ser torero”, asegura con sinceridad el propio Abel, quien asegura que estar en el banquillo, como se dice en términos futbolísticos, “curte mucho”. “Ahora tengo más ambición si cabe, quiero ser mejor torero y no desaprovecho ni un minuto para entrenar. Tengo que aprovechar cada oportunidad que se me presente. El tren pasa para todos en la vida y yo me quiero subir para no bajarme nunca más”.

NUEVO APODERADO // Este año va a ser decisivo para él. De momento, que un taurino como el sevillano Luis de Pauloba haya confiado en sus posibilidades y decida apoderarlo ha supuesto una inyección de moral para afrontar esta nueva etapa. “Fui yo quien me puse en contacto con él. Me citó en el campo y tras tentar en la ganadería de Osborne, sellamos el acuerdo con el tradicional apretón de manos. La conversación fue clara y directa. Él va a luchar y hacer lo posible por conseguir el objetivo que tanto he anhelado todos estos años: confirmar la alternativa en Madrid”. Y es que en su situación, la única plaza que le puede abrir de nuevo el camino en su profesión es Las Ventas, donde como novillero hizo el paseíllo hasta en tres ocasiones. “No estoy para perder el tiempo. Me he marcado objetivos y el principal es estar en Madrid. He entrenado mucho para ello y me veo capacitado para triunfar. Me conozco y confío en mis posiblidades. Las sensaciones que estoy teniendo en el campo son buenas y hay gente que confía en mí. No me quiero rendir”, concluye.

TERUEL // Aunque todavía no es oficial, todo apunta a que tras este duro paréntesis, vuelva a enfundarse el chispeante en la próxima Feria de Teruel, lidiando un encierro de una ganadería que conoce muy bien y que siempre le ha abierto las puertas: Daniel Ramos. “Saber que voy a torear en julio me ha dado mucha moral. Estos meses intensificaré la preparación y viajaré hasta Portugal y Francia para tentar en algunas ganaderías”, afirma.

Serán días en los que deberá pedir permiso en el trabajo. Y es que de los sueños de querer ser torero no se alimenta uno. Todos los días se levanta a las cinco de la mañana para trabajar en una azulejera. “Las tardes las aprovecho para entrenar, torear de salón con mi banderillero José Domínguez o ir al gimnasio”. Hasta que la luna le avisa de que en pocas horas, el despertador anuncia un nuevo día en el que lidiar el toro de la incertidumbre y la frustación por la falta de oportunidades. “Nunca he dejado de creer en mí. Sé que tengo condiciones y que mi sueño se hará realidad. Solo pido que me abran las puertas”. H