El productor y director Álvaro Longoria se embarcó junto a los hermanos Carlos y Javier Bardem en la aventura de viajar a la Antártida para filmar no solo su belleza, sino también la fragilidad de un territorio virgen en grave peligro a causa de la contaminación, el calentamiento global y la pesca indiscriminada. Su misión, trasmitir la necesidad de proteger un espacio fundamental para el equilibrio de la vida en nuestro planeta a través de un proyecto de Greenpeace que consiste en la creación de un santuario para preservar el ecosistema marino.

'Santuario' ha recibido el Honorary Green Oscar y ante la imposibilidad de estrenar en salas de cine, podremos verlo desde el viernes 10 de abril en streaming en las plataformas Amazon Prime Video, Filmin, Apple TV+, Google TV, Vodafone TV, Rakuten TV, Huawei Video, y durante el mes de abril en una fecha sin concretar, en Movistar+.

Esta pandemia causada por el coronavirus nos ha situado en un lugar diferente al que nos encontrábamos hace unos meses como sociedad. ¿Cree que es más urgente que nunca reflexionar sobre la crisis medioambiental y la forma en la que malgastamos los recursos? Creo que esta situación radical y terrible en la que nos encontramos va a hacer que reflexionemos sobre cómo hacíamos las cosas antes y cómo queremos que sea el mundo después de todo esto. Porque está claro que no debería ser igual.

Tanto usted como los hermanos Bardem decidieron dar un paso al frente e implicarse en esta causa, ¿por qué?

Creo que el mensaje del documental es que si quieres cambiar las cosas, tienes que formar tú parte de ese cambio. No puedes esperar a que otros lo hagan por ti. Y el tema de la emergencia climática es muy urgente. O reaccionamos ya como especie o el ecosistema que nos da de comer se va a encontrar en grave peligro. Es un asunto que nos afecta a todos.

¿Cree en el poder del cine para trasmitir un mensaje?

Es una forma para que reflexionemos. No se trata de regañar a la gente, de decirle lo que tiene o no que hacer, sino una manera de aprender cosas. Creo que los tres hemos intentado poner nuestro granito de arena haciendo lo que sabemos, comunicando a través de las imágenes.

Parece que tenga que ocurrir una catástrofe para que mucha gente tome conciencia de verdad de la gravedad del asunto.

Yo creo que en la sociedad pre-pandemia en la que vivíamos, la responsabilidad siempre era del otro. Y eso es muy peligroso, porque es una tendencia que tiene el ser humano, yo me quito de en medio, ya lo arreglará otro, pero al final nunca se soluciona nada y se llega a callejones sin salida. Y en este caso, el problema es que nos estamos poniendo nosotros en un grave peligro, porque la amenaza de la destrucción del ecosistema es real. Mucha gente es consciente de ello, pero el sistema y los mecanismos de poder no permiten que cambien las cosas. Quizás ahora sea una buena oportunidad.

En el documental se hace referencia a la necesidad de la presión popular para que los políticos tomen medidas.

En mi pequeña experiencia con los Gobiernos, creo que una cosa es lo que piensan antes de llegar al poder y otra muy distinta lo que pueden hacer cuando lo alcanzan. La cantidad de presiones es tremenda, por las empresas, las decisiones estratégicas, los intereses económicos La única forma de saltarse todas esas barreras es la presión popular, al fin y al cabo, eso es la democracia, el deseo de la mayoría de los ciudadanos. Así que es la única manera de presión posible. El poder lo tenemos todos, es algo que hay que recordar.

También se trata en el documental el beneficio que suponen las redes sociales para que los mensajes se transmitan, pero suponen un arma de doble filo

.La democratización de la información también ha supuesto una bajada en el baremo de la calidad. El problema que tienen las redes sociales es que son muy fáciles de manipular, hay un exceso de información brutal y a veces resulta difícil saber si lo que estás leyendo es o no verdad. Quizás los periódicos, que son los que hacen el trabajo de editores de la información, son los que lo están sufriendo más en ese sentido. En el caso de la emergencia climática está muy claro que han existido presiones para intentar retrasar la concienciación de la población para que no se convirtiera en la cuestión urgente que es. Está claro que las redes sociales han llegado para quedarse, así que son los ciudadanos los que tienen que ser más exigentes y críticos con lo que leen.

¿Por qué cree que consumimos más documentales que nunca?

Los documentales están supliendo la tarea del periodismo de investigación, los análisis o los ensayos. Antes, cuando querías saber de un tema, leías un libro o artículos. Hoy en día la atención de la gente es muy breve, el periodismo se ha convertido en algo de entrar y salir, hay que trasmitir muy rápidamente el mensaje porque la gente no tiene paciencia.

Como presidente del Club de los Productores Europeos, ¿cómo se ha tomado las últimas declaraciones del ministro de Cultura José Manuel Rodríguez Uribes y la ausencia de medidas para el sector ante la crisis actual?

Cuando tienes poca experiencia, tiendes a salirte por la tangente, y creo que es lo que ha pasado. En todos los países europeos se han implementado ayudas para el sector. Lo peor que le puede pasar a una industria es el bloqueo, que es lo que nos está ocurriendo en España. Estoy de acuerdo con que el dinero tiene ahora unas prioridades muy concretas, salvar vidas y garantizar la salud de la población, pero un Gobierno debe estar preparado para saber qué industrias se pueden ir al garete.

¿Qué opina del Apagón Cultural?

En este momento la división es perjudicial, hay que estar unidos para crear soluciones. Estamos en una economía de guerra y todos los jugadores tienen que ser conscientes de ello, también el Gobierno, y escuchar a los que saben de esa industria. Pero creo que ahora no es momento de política, sino de consensos.

Usted también es el productor de Diarios de la cuarentena, que se ha estrenado en TVE.

Es un formato que ha nacido de la necesidad para hablar de lo que estamos viviendo en tiempo real, pero no se ha librado de la polémica, algunos grupos han intentado utilizarla como arma arrojadiza, algo que va en contra del espíritu de la propia serie.