El actor se ha colocado tras la cámara junto a Ana Pérez-Lorente para dirigir el documental 'Historias de nuestro cine', que no trata de ser un relato canónico sino más bien una colección de entrevistas, anécdotas y opiniones. Acaba de presentarlo en el Festival de San Sebastián.

¿Cree que su película ayudará a acabar con los prejuicios sobre el cine español que existen en España?

Ojalá, pero son como la típica mancha que no se va ni con lejía. Sabemos cuáles son: que las películas españolas buenas no parecen españolas, que solo sabemos contar historias sobre la guerra civil, y que quienes hacemos cine somos todos unos jetas y unos chupópteros. Pues no, oiga. Esta profesión es algo serio. Es cierto que unas pocas de las películas españolas que ven la luz son una bazofia, pero el nivel es bueno. Todos esos cenutrios que nos critican deberían dejar de decir tonterías, porque la del cine es una industria importantísima, y porque en España todas las industrias están subvencionadas.

¿Quiénes son esos cenutrios?

Esos que, desde ciertos grupos de cierta ideología intentan poner al público en contra nuestra. Aunque, ojo, es verdad que en España somos muy de criticar a todo aquel que tiene éxito o visibilidad pública. A mí, la verdad, me importa un pito que me critiquen, estoy muy mayor. Y siempre me he sentido bastante querido. Será porque suelo guardarme mis opiniones políticas, aunque no lo hago por precaución sino porque a veces ni yo mismo sé muy bien lo que pienso. Un día me dijeron: Antonio, tú no eres de izquierdas; eres de derechas, aunque aún no lo sabes. Me quedé a cuadros.

¿Por qué sienta tan mal que la gente del cine hable de política?

Los del cine solemos ser gente de izquierdas, y por eso la derecha nos mira con tan malos ojos. No oirás a nadie decir algo como Fulanito no me cae bien porque es de ideología conservadora, pero en cambio los de ideología progresista sí que provocamos ese tipo de comentarios. Pero cada uno puede decir lo que le salga de los cojones, siempre y cuando lo diga con educación.

Últimamente usted se ha convertido en icono para los 'millennials'. ¿Cómo lo lleva?

Todo ha sido gracias a 'La resistencia', el programa de David Broncano, que es un 'crack'. Aunque yo he ido madurando, pero no mucho, siempre he estado contacto con gente joven. Y eso creo que me permite conectar con ellos. Además, yo creo que los jóvenes y los viejos nos reímos de lo mismo. El humor tonto nunca falla, y yo siempre me he dedicado a hacer el imbécil. Por eso 'Los Serrano' triunfó tanto entre la gente joven, porque mostraba a seres adultos haciendo idioteces.