Fue Borges quien siempre imaginó que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca. A mí me gustaría pensar que sería algún tipo de biblioteca y también algún tipo de discoteca, pues al igual que dijera Nietzsche, «la vida sin música sería un error». Así, diría que es igual de importante contar con una cuidada colección de libros y de discos. Obviamente, cada selección está basada en criterios unipersonales, específicos, influenciados por una serie de gustos e inquietudes totalmente legítimos y respetables.

En mi caso, puedo presumir de haber disfrutado desde mi tierna infancia de una discoteca variada que satisfacía el interés intelectual o la curiosidad de unos padres —principalmente mi padre, hay que reconocerlo— que nunca han dejado de experimentar y profundizar en estilos musicales de lo más variopintos. Tanto es así que entre los álbumes de su colección particular encuentro figuras como la de William Ackerman, un guitarrista y compositor cercano al género que denominamos como New Age y que fundaría en 1976 el sello discográfico Windham Hill, casa de intérpretes genuinos como el malogrado Michael Hedges o Michael Manring, por citar sólo un par de nombres.

Ackerman desarrolló una intensa trayectoria profesional, acaparando excelentes críticas y un premio Grammy en 2004 —los Oscar de la música—. Su música, dicen, ha influenciado a numerosos grupos en Estados Unidos, sobre todo a aquellos que han buscado un aire intimista, ese aura de paz y sosiego. Uno de esos conjuntos es el procedente de Austin, Texas, Balmorhea.

UN PROYECTO SOSEGADO

Liderado por Rob Lowe y Michael Muller, este conjunto de post rock progresivo, ha presumido siempre de recibir una influencia clásica. Sus piezas minimalistas ofrecen texturas que se asemejan a artistas como el ya mencionado William Ackerman, además de Tortoise o los mismísimos John Cage y Arvo Pärt. A lo largo de sus ya diez años de existencia han desarrollado un universo propio marcado por ese ambiente profundo e introspectivo. Su música es generosa con ellos mismos y con aquellos fieles seguidores que son conscientes de que no están ante uno de esos conjuntos que no se toman en serio la importancia de la música. En este sentido, podríamos decir que cada canción está perfectamente pensada para sacarle todo el provecho a nivel melódico.

Tras cinco años de silencio, Balmorhea vuelve a los escenarios y lo hace con un nuevo trabajo bajo el brazo. Se trata de Clear Language, un disco que se agradece enormemente en estos días de caos ruidoso, retórica acalorada y un consumo exacerbado de las redes sociales. En este sentido, los norteamericanos nos invitan a apaciguarnos, lo cual representa un auténtico desafío. Balmorhea presenta un disco trabajado en el que da un paso más allá en su propuesta marcada por la música contemporánea y la tradición folk de su país de origen. Como aseguran, «sus habituales paisajes parecen cubiertos por una ligera neblina que enturbia las melodías pero que da una coherencia al conjunto».

CONCIERTO

Balmorhea visitará de nuevo Castellón y lo hará en el Paranimf de la Universitat Jaume I, Clear Language, que si no han escuchado todavía ya les advierto que lo sumergen a uno en un ambiente de absoluta calma. El sábado, 17 de marzo, a las 20.00 horas, gracias a Born! Music y a la UJI, tenemos oportunidad de escuchar esta joya lúcida e íntima, un álbum que aporta calidez y, fundamentalmente, nos permite estar en paz.