Benicàssim viaja este fin de semana a la Belle Époque, la época dorada de las Villas en la que la localidad costera brilló como el Biarritz de Levante, a finales del siglo XIX y principios del XX, como lugar de veraneo de la más alta burguesía española.

Más de un centenar de artesanos y anticuarios componen el mercado que ocupa estos días el paseo Pilar Coloma, desde Villa Ana hasta el hotel Voramar, donde, además, se representan algunos de los oficios de antaño.

El programa de la recreación histórica, con más de 150 actividades e impulsado por la Concejalía de Turismo del Ayuntamiento, arrancó ayer con rutas contadas a las Villas, concursos de fotomaratón y vestimenta, la feria de los imposibles, talleres de artesanía, espectáculos de magia y el show circense Zapatos en el aire frente a Villa María.

El público pudo contemplar también la escenificación costumbrista a cargo de la Agrupación Folklórica El Cremaller Billete a la Belle Époque, y también adentrarse en la historia con el teatro itinerante Los señoritos llegan al infierno y a la corte celestial, las zonas en las que queda dividida, por el Limbo, la famosa Ruta de las Villas. La primera representada por una familia más alocada, que llega con un coche de época para instalarse en una de las villas del Infierno, fama que le otorgaron sus escandalosas fiestas; y otra más refinada y recatada que pasa el verano en la Corte Celestial, conocida más por su tranquilidad.

La programación continúa durante todo el fin de semana con multitud de actividades vinculadas a esta parte de la historia. H