Valencia es una cantera de talentos musicales y, también de directores. Ya son varios los que triunfan en el podio de importantes orquestas y teatros de ópera del mundo. Gustavo Gimeno es uno de ellos. Aunque se inició como percusionista, se consolidó como un valor de la dirección y hoy es titular de la Filarmónica de Luxemburgo después de haber sido asistente de monstruos de la batuta como Bernard Haitink, Mariss Jansons o Claudio Abbado.

En estos días, Gimeno ha sido noticia al reanudar la actividad de la Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam, ciudad en la que reside y conjunto del cual fue percusionista. Se puso al mando el 23 de mayo para los primeros ensayos después del cierre al que obligó la pandemia. El protocolo de seguridad, que obliga a mantener el distanciamiento entre los músicos 1,75m, instaló entonces a la orquesta en la platea desprovista de las butacas. El repertorio debía limitarse a un máximo de 100 profesores, más que suficientes para los programas que preparó: la Séptima Sinfonía de Beethoven que se emitió, pregrabada, el miércoles por la web del Concertgebouw y por sus redes sociales, y la Octava de Dvorák en el primer live streaming de un conjunto sinfónico al completo, ofrecido el viernes por la noche.

La Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam, dirigida por Gustavo Gimeno.

En la velada se dispuso al conjunto unos 65 intérpretes, varios con mascarillas no solo en el escenario, sino también en el espacio destinado al coro e, incluso, en las butacas que se ubican detrás del proscenio, junto al órgano. En esa zona se distribuyó a los vientos, bronces y maderas, todos a dos metros entre ellos y separados del resto al ser los que más partículas de saliva desprenden al tocar. Antes del concierto un presentador describió detalles de la especial distribución de la plantilla orquestal e introdujo la sinfonía.

'The amazing' Gustavo Gimeno, como anunciaron al músico español, fue recibido por una fanfarria de la trompeta y por los aplausos del escaso público formado por una veintena de invitados que ocupaban, muy distanciados, la segunda planta de la sala, ya que la platea se mantuvo vacía.

La retransmisión tuvo una excelente calidad, sin el más mínimo fallo técnico, con una excelente realización en coherencia con las entradas de los instrumentos. Con varias cámaras, se tuvo siempre una visibilidad privilegiada de la guía, con mano maestra, de un Gimeno elegante y entregado, aunque, la verdad, nada reemplazará a la música en vivo y en directo.