Los sounders están descubriendo, con el paso de las ediciones, el casco urbano de Burriana. No para realizar visitas culturales, que también, sino para consumir en negocios abiertos no solo en la zona marítima, como hasta hace poco era prácticamente la norma habitual.

Y es que compensa caminar un poco más a cambio de tranquilidad y rapidez a la hora de ser atendido, entre otros aspectos. Eso supone además que la repercusión económica del festival cada vez recae en un mayor número de negocios de la localidad. Es decir, que el impacto del macroevento --calculado este año en 40 millones de euros-- está cada vez más repartido.

Se trata de comercios que directamente se benefician del Arenal Sound, al margen de aquellos que aumentan clientela desplazada con motivo del festival. Es decir, acogen a los que deciden cambiar de lugar donde tomar café o en el que suelen cenar.

Y poco a poco se va generalizando entre los negocios del municipio la idea de que el certamen se siga celebrando muchas ediciones, porque con estos ingresos extra pueden «hacer una inversión», como manifestaba ayer un comerciante burrianense.

Los supermercados son los principales lugares de abastecimiento de muchos sounders, pero indirectamente se benefician otros comercios, como la cafetería que está enfrente del súper que hay en la carretera del puerto de Burriana, que se está convirtiendo en un punto de descanso y donde tomar algo o desayunar hasta la hora de partida del autobús. Sus responsables, lógicamente, están encantados. Y que dure el Arenal.